EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL


 Como cristianos tal vez alguna vez nos hayamos preguntado: Si la muerte de Cristo resolvió el problema del pecado, ¿por qué estamos todavía en este mundo de pecado? Si Cristo nuestro Señor ascendió al cielo, ¿Qué está haciendo allá? ¿Por qué ha tardado tanto su retorno y la erradicación del pecado en el universo? Para responder a estas preguntas será necesario estudiar los ritos y fiestas del santuario terrenal, porque en éstos está simbolizado el ministerio redentor de Cristo en favor de la raza humana.

              EL SANTUARIO TERRENAL: FIGURA DEL CELESTIAL.

El santuario terrenal era el centro de culto de la nación israelita, en él se manifestaba la presencia divina. Su construcción fue ordenada divinamente, siguiendo el modelo del santuario que estaba en el cielo (Exo 25:8‑9; Heb 8:5). Todos sus muebles, sacrificios y fiestas eran una representación de verdades celestiales (Heb 8:5) que simbolizaban todas las etapas del plan de la redención de Cristo.

En el santuario terrenal había dos tipos de sacrificios: el diario y el anual. En el sacrificio diario, los sacerdotes ofrecían sacrificios mañana y tarde, durante todo el año, simbolizando con eso la consagración diaria de la nación y su continua dependencia en la sangre expiatoria de Cristo (Heb 10:11). Este sacrificio diario era una expiación provisional mientras que la persona podía venir hasta el tabernáculo para ofrecer su sacrificio para expiar sus pecados, reconciliándose de esta manera con Dios. El pecador penitente al confesar sus pecados sobre la víctima a ser sacrificada transfería simbólicamente sus pecados a la misma; la sangre del animal sacrificado era asperjada sobre el altar o sobre el velo del templo. Con este acto el pecador quedaba perdonado, y sus pecados quedaban registrados en el santuario (ver Lev caps. 4‑7). Con esto se indicaba que el problema del pecado, aunque había sido remitido del pecador, tenía todavía otro aspecto que necesitaba ser tratado. Esta era la causa por la cual se realizaba un sacrificio anual.  Este sacrificio se realizaba en una fecha fijada en un determinado día del año. En éste y el siguiente artículo veremos la relación de estos ritos con la obra redentora de Cristo.

            MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL

Cristo, por su único y suficiente sacrificio (Heb 7:27), puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos (Heb 8:25). Al ascender al cielo, inició como sumo sacerdote (Heb 7:26‑27; 8:1), su ministerio como mediador de la raza humana (1 Tim 2:5).  Entró en el "verdadero santuario," del cual el terrenal era figura, "para presentarse ahora por nosotros ante Dios" (Heb 8:1; 10:24).

La principal obra realizada por nuestro Señor en el santuario celestial, es de reconciliar al hombre con Dios  (2 Cor 5:17‑19). Esta obra de reconciliación tiene dos fases: una general y otra particular. La general es la que se realizó en el calvario, en favor de toda la raza humana, aunque este fue un acto trascendente en el proceso final de la solución del problema del pecado, no fue definitivo, todavía queda la etapa final y la aplicación de los beneficios de la cruz en forma individual en el creyente. La particular es la aplicación que Cristo hace de su sacrificio en forma personal a cada hombre que acepta la "palabra de la reconciliación" (2 Cor 5:19) y recibe a Cristo como su salvador personal.

                 BENEFICIOS DE LA OBRA MEDIADORA DE CRISTO

Su obra mediadora abarca además otros aspectos generales: proteger a su pueblo de las tentaciones y trampas del enemigo (Efe 6:10‑13), guiar a la iglesia en el avance de la predicación del Evangelio (Mat 28:20), para el establecimiento final de su reino en este mundo (Apoc 11:15) y la erradicación final del pecado en el universo (2 Ped 3:10‑13).

También su mediación tiene otros beneficios personales para los que hemos creído, nos proporciona perfecta seguridad (Heb 10:19‑22) y perfecta pureza para nuestras vidas (Heb 10:10‑14). Cristo morando en nuestro ser, vivifica nuestras vidas por el Espíritu Santo que mora en nosotros (Rom 8:11). Por eso es que, como una respuesta de amor por su obra en nuestras vidas, debemos darle nuestra obediencia a su voluntad y a su palabra (Juan 14:15).

                  DURACIÓN DE LA OBRA MEDIADORA DE CRISTO



El sacrificio diario en el santuario terrenal simbolizaba el ministerio intercesor que Cristo iba a realizar en favor nuestro. Ubicándolo en el tiempo, éste se inició después de su sacrificio en la cruz, y durará hasta el fin del tiempo de gracia dada al hombre al final de la historia de este mundo. ¿Qué simboliza en el santuario terrenal el sacrificio anual? A esto le daremos consideración en la siguiente sección.

JUICIO EN EL PLAN DE LA REDENCIÓN

                    EL JUICIO EN LOS SÍMBOLOS DEL SANTUARIO

Como mencionamos anteriormente, los pecados confesados de los creyentes Israelitas, eran transferidos "simbólicamente" al santuario, donde quedaban registrados (Lev 4‑6). Con esto se simbolizaba que aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, el pecado no quedaba anulado, sino que quedaba registrado, esto hacía que el santuario se contaminara, haciendo necesaria una limpieza al final del año religioso en el día de la expiación (Lev 16).

El día de la expiación era el clímax de todo el sistema levítico, el ritual realizado en ese día era único (Lev 16:29; 23:27‑32), y se centraba en la ceremonia de dos machos cabríos (Lev 16:7‑8), que ilustraban dos formas del trato divino con el pecado. La primera forma era ilustrada en ese día, cuando el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo, en la misma presencia de Dios (Lev 16:12‑13), llevando la sangre del sacrificio del primer macho cabrío (de parte de Dios), para hacer purificación total de los pecados de los hijos de Israel y del santuario (Lev 16:15‑16;30‑34). Con esto se simbolizaba la purificación de todos los pecados de los creyentes que se habían arrepentido y confesado sus pecados. La segunda forma era ilustrada por el segundo macho cabrío (que representaba a Satanás), este no era sacrificado, sino que se confesaban todos los pecados del pueblo sobre él y era llevado al desierto donde era abandonando para que muriese (Lev 16:21‑22). Con esto se tipificaba el juicio o condenación para aquellos que no habían confesado sus pecados y ofrecido un sacrificio para el perdón de sus pecados.  Con este macho cabrío se simbolizaba que el pecado y su originador eran erradicados para siempre del pueblo de Dios. Por esta razón este día era considerado como el día del juicio. Veamos cómo estos tipos y figuras tienen su contraparte en el ministerio de Cristo en el santuario celestial.

                         EL JUICIO EN EL MINISTERIO DE CRISTO



Dios quiere que el pecador se salve, como también, que triunfe la justicia y el mal sea aniquilado del universo. El simbolismo del día de la expiación señala dos aspectos que Cristo realiza en el santuario celestial: el de redención y de juicio (Juan 5:21‑22).  El ministerio de redención en favor de los creyentes, es simbolizado por el macho cabrío que era sacrificado en el día de la expiación. Con este acto se aseguraba a los fieles que todos sus pecados serían borrados definitivamente, dándoles el derecho a la vida eterna (Heb 10:23‑28). Al mismo tiempo, el ministerio de juicio es simbolizado con el macho cabrío que era desterrado en el desierto, este señala la condenación y destrucción de los pecadores y de los poderes hostiles dirigidos por Satanás (Apoc 20:1‑15).

¿Por qué Dios tiene que hacer un juicio? ¿Cuál es el propósito de este juicio? El juicio obviamente no tiene el propósito de informar a Dios de las acciones de los hombres, pues Dios sabe todas las cosas (Heb 4:12‑13; Sal 139:1‑6) y conoce también a los que son suyos (2 Tim 2:19; Juan 10:14). El propósito del juicio es vindicar a Dios y su gobierno divino en la gran controversia con Satanás.  Es necesario que el universo entero conozca a fondo las intenciones y las acciones de todos los seres involucrados en el problema del pecado y vindicar las decisiones divinas en su trato con la raza humana, y con los seres celestiales. 

Para ello, Dios tiene registros donde todas las acciones humanas están registradas en los libros del cielo: El libro de Memoria que registra las buenas acciones de los creyentes (Mal 3:16‑17; Sal 56:8); el libro de los pecados, donde están registradas todas las malas obras de los hombres (Ecl 12:14; Mat 12:36‑37; 1 Cor 4:5); la Biblia señala que seremos juzgados por las buenas o malas obras que hayamos hecho "cuando estábamos en el cuerpo" (2 Cor 5:10).

El libro de la vida, que incluye a todos aquellos que profesan el nombre de Cristo, (Fil 4:3; Apoc 3:5; 13:8; 20:15; 22:19; Rom 8:1), todos aquellos que obtengan la victoria sobre el pecado tendrán el privilegio de que su nombre sea preservado para siempre (Apoc 3:5), pero aquellos que no se mantengan fieles, sus nombres serán borrados de este libro (Sal 69:26‑28).



El juicio es importante porque es un llamado a una vida santa y a una preparación cabal para la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo (2 Ped 3:10‑14). Aunque cada caso será revisado cuidadosamente, el juicio de Dios no tiene por qué preocupar a los que han puesto en Dios su confianza, pues la sangre de Cristo ha limpiado todos los pecados (1 Juan 1:9), y la justicia divina vindicará a sus hijos de todas los abusos y padecimientos que hayan hecho los malvados con ellos (2 Tes 1:5, 10). El juicio es para castigar a todos los falsos e hipócritas, a impíos y malvados que no quisieron someter sus vidas a la gracia y misericordia divina (2 Tes 1:6‑9).

La obra de Satanás, el enemigo de Dios y de su pueblo, es la de acusar a todos los pecadores arrepentidos y reclamar que le pertenecen (Zac 3:1‑5; Judas 9; Apoc 12:10). Toda alma que Cristo perdona es disputada por Satanás hasta el mismo fin. Sólo los que estén cubiertos con la justicia de Cristo podrán ser defendidos por Cristo que ganó el derecho de reclamarlos al pagar su redención en la cruz (1 Juan 2:1). El juicio les dará a los santos el derecho definitivo de la vida eterna cuando el universo vindique a Dios y su gobierno y sea demostrada la falsedad de las acusaciones del diablo. Pero, ¿cuándo va a ser hecho este juicio?

                                      EL JUICIO INVESTIGADOR

EL PROCESO DEL JUICIO

En la sección anterior, se preguntó: ¿cuándo va a ser hecho el juicio? Para contestar esta pregunta es necesario que aclaremos que en la Biblia se habla del juicio como un proceso realizado en tres diferentes períodos: el pre‑advenimiento o investigador, el milenial o verificador y el final o consumativo, cada uno de ellos tiene un propósito definido. Siendo que mencionamos que el juicio es un proceso, ahora tenemos que responder a la pregunta: ¿Cuándo se inicia y cuándo termina el proceso del juicio? En esta sección daremos consideración al juicio pre‑advenimiento o investigador, los otros dos serán tratados en la siguiente parte.

Las profecías de Daniel y Apocalipsis nos ayudan a establecer la fecha de iniciación del juicio investigador.

                        LA PROFECÍA DEL JUICIO INVESTIGADOR



La visión de Daniel 7 que es paralela a la de Daniel 2, descorre la historia del mundo desde el tiempo del profeta hasta el establecimiento del reino eterno de Dios. En esta visión, a través de los símbolos de cuatro bestias se representa a los imperios que se sucederían el dominio de este mundo (Dan 7:17‑18). El León (Dan 7:4), representa a Babilonia (605‑539 AC). El Oso (Dan 7:5), simboliza a Medo‑Persia (539‑331 AC). El leopardo (Dan 7:6) describe a Grecia (331‑168 AC). La bestia indescriptible (Dan 7:7‑8) ilustra a Roma (168 AC‑476 DC); los 10 cuernos (Dan 7:7, 20, 24), representan a los 10 reinos europeos que tomarían en control después de la caída del imperio romano (476 DC). Después de estos cuernos, aparece otro "cuerno pequeño" (un poder político‑religioso) que arranca a tres cuernos y se establece como un poder perseguidor de los "santos del Altísimo" (Dan 7:8; 21, 24‑25). Este poder perseguidor dominará hasta el establecimiento del Reino de Cristo al final de la historia de este mundo (Dan 7:21‑22; 26‑27). Lo importante de esta visión es que se intercala una escena que describe la iniciación del juicio en el cielo (Dan 7:9‑10; 13‑14). Esta escena de juicio no es en la tierra, pues "el Hijo del Hombre" (Cristo) viene hasta "el anciano de días" en el cielo (Dan 7:13, 22). El reino de Cristo y sus santos se establece en la tierra (Dan 7:27), después que el juicio se dio "a favor de los santos" (Dan 7:22), y la bestia es destruida (Dan 7:26).

Siendo que la profecía lleva una secuencia histórica, el tiempo de iniciación del juicio se puede determinar por el tiempo en que se introduce la escena del juicio en la visión. La escena del juicio aparece después que el "cuerno pequeño" entra en acción y por "tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo" (1260 días o años proféticos) persigue y ultraja a los hijos de Dios (Dan 7:25 cf Apoc 12:6, 14; 13:5‑8). El surgimiento del "cuerno pequeño" o sea un poder político‑religioso se ubica en el 538 DC y su período de supremacía de 1260 años se extiende hasta 1798 de nuestra era. Por tanto, el juicio investigador o pre‑advenimiento se inició después de 1798 y ha de concluir con la venida de Cristo, cuando se pague a cada uno conforme fueren sus obras (Apoc 22:12)

                           LA FECHA DEL JUICIO INVESTIGADOR



Para determinar la fecha más exacta de la iniciación del juicio, será necesario hacer mención de las profecías de Daniel 8 y 9 que tienen un extraordinario paralelo con las de Daniel 7. Estas dan en forma más conclusiva y exacta la fecha de inicio del juicio investigador. Daniel 8 habla del mismo "cuerno pequeño" (Dan 8:9) que se engrandece en forma extraordinaria, persigue a los santos, echa por tierra la verdad, el santuario y quita el "continuo" (la mediación sacerdotal de Cristo [Heb 7:25]) (Dan 8:9‑12), introduciendo además un sistema falso de mediación (Dan 8:24‑25). Ante esta situación aberrante para los hijos de Dios, un ser angelical pregunta: ¿Hasta cuándo durará? (Dan 8:13); la respuesta fue: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado" (Dan 8:14). Esta purificación tiene relación con el día de la expiación que se realiza en el santuario terrenal. En Daniel 7 ya se señaló que este juicio se lleva a cabo en el santuario celestial. Ahora en Daniel 8 se indica que el juicio se va a realizar al final de 2300 días proféticos o años literales. El mismo ángel que explica la profecía señala que este era un largo período que iba hasta el tiempo del fin (Dan 8:17, 19; 26). Aunque el capítulo dice hasta cuándo se va a realizar el juicio, no se dice cuando empieza a contar el tiempo de la profecía. La respuesta se encuentra en Daniel 9, cuando el ángel le explica al profeta que el tiempo empezaba a contar: "desde la salida de la orden para restaurar Jerusalén.." (Otoño de 457 AC) (Dan 9:25;

Cf Esd 6:14). Las setenta semanas de oportunidad dadas al pueblo Judío de Dan 9, y la profecía de los 2300 días de Dan 8 están íntimamente ligadas, y ambas empiezan en la misma fecha. La profecía de los 2300 días termina en el otoño de 1844, en esta fecha, se inicia "la purificación del santuario" (Dan 8:14) o el Juicio en el cielo que habla el profeta en Dan 7.

                           LA RAZÓN DEL JUICIO INVESTIGADOR

La pregunta es ¿por qué es tan importante para Dios este juicio investigador antes de su segunda venida? Una respuesta puede ser que siempre los hijos de Dios en este mundo han padecido persecución (2 Tim 3:12). En todos las épocas y en especial durante este período de tiempo (1260 años), los verdaderos hijos de Dios, han sufrido las persecuciones más cruentas y despiadadas, (Heb 11:36‑39); han sido considerados como la escoria del mundo y el desecho de todos" (1 Cor 4:13). Muchas veces los fieles han sido juzgados injustamente como "herejes" ya sea por una "la santa inquisición" u otro poder perseguidor. Otros han vivido una vida de hipocresía y engaño teniendo la apariencia de piedad, pero negando la efectividad de ella" (2 Tim 3:5). Es por eso que Dios necesita abrir un juicio ante el universo, donde sean analizados cuidadosamente todos los casos, primero de los presuntos seguidores de Cristo (1 Ped 4:17), y después todos los impíos, sean juzgados justamente y sean vindicados unos y condenados otros. 


Otro aspecto a considerar es que el carácter y la justicia divina han sido puestas en entredicho ante el universo al haber permitido que por tan largo tiempo, las fuerzas del mal prevaleciesen y pisoteasen a los hijos de Dios. Es por esta razón es que al final del tiempo, antes de su segunda venida, Dios se ha de levantar para vindicar a sus hijos y su propio carácter ante el universo, y juzgar a los impíos y a este poder político‑religioso, para revertir la condena con la que fueron ultrajados todos sus hijos (Dan 7:22, 26), al juzgar y destruir a todos los poderes perseguidores de su pueblo (2 Tes 1:4‑10; 2:8).

Por lo tanto, el juicio pre‑advenimiento o investigador se realiza en el cielo desde 1844 hasta la manifestación (segunda venida) de Cristo (1 Tim 4:1), y tiene como propósito determinar los que serán dignos de recibir la vida eterna (Apoc 22:12; 2 Cor 5:10).

Por esta razón, antes de su segunda venida, se exhorta a que se "tema a Dios y se le dé honra" porque la "hora de su juicio ha llegado" (Apoc 14:6‑7), a la vez se anuncia la caída de la Babilonia espiritual o de la bestia que es el mismo "cuerno pequeño" de Daniel (Apoc 14:8). También se advierte a que no se adore a la Bestia o a su imagen para que no se participe del juicio y de la ira divina (Apoc 14:9‑13). En medio de la apostasía reinante se distingue a los hijos de Dios que "guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús" (Apoc 13:12). Es en medio de una crisis final (Apoc 13:16‑17), que el pueblo de Dios será liberado (Apoc 19:11‑21). ¿Cómo va a ser esta liberación? ¿Qué consecuencias tendrá? Este aspecto lo trataremos en la siguiente sección.

LA CONSUMACIÓN DE LA REDENCION:
EL FIN DEL PECADO

En la sección anterior mencionamos que el proceso del juicio se inició en 1844 y esta etapa va a concluir con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Ahora veremos lo que sucederá durante y después de la segunda venida de Cristo, y las dos etapas finales del proceso del juicio: el milenial y el consumativo, con las cuales se termina la gran controversia, y se consuma el plan de la redención.

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

Por cerca de seis mil años, el pueblo de Dios ha vivido en este mundo, víctima de las consecuencias de pecado. Con vivo anhelo, los hijos de Dios han esperado con ansia "la bienaventurada esperanza"  del segundo retorno de Cristo (Tito 2:13).

La segunda venida de Cristo es la intervención directa de Dios en los asuntos de este mundo, cuando todo negocio, obra y placer serán paralizados para realizar la última etapa del drama del pecado, y Dios rescatará a sus hijos de la persecuciones provocadas por el Diablo y los enemigos de Dios (2 Tes 2:6‑10).



La segunda venida de Cristo será un evento catastrófico, como la destrucción del diluvio y sorpresivo como el aniquilamiento de Sodoma y Gomorra (Luc 17:26‑30). La segunda venida será personal (Hech 1:11; 1 Juan 3:2; 1 Ped 1:13); será visible, no secreta (2 Tes 1:8; Mat 24‑27, 30); "todo ojo le verá" (Apoc 1:7); estará acompañada con manifestaciones audibles (1 Tes 4:16; 1 Cor 15:51‑52). Los cielos pasarán con grande estruendo y la tierra y todos los elementos ardiendo serán deshechos (2 Ped 3:10, 12). Cristo en medio de una radiante gloria, viene acompañado con millares de ángeles (Mat 35:31; Apoc 19:11‑14); los impíos aterrorizados por tan portentosa escena huirán despavoridos deseando la muerte (Apoc 6:14‑17); finalmente serán quemados y destruidos (Apoc 19:20‑21).

Al mismo tiempo que lo anterior sucede, los justos vivos serán transformados en inmortales en "un abrir y cerrar de ojos" (1 Cor 15:51‑54); los justos muertos serán resucitados incorruptibles (1 Tes 4:16; 1 Cor 15:52; Juan 5:25‑29), y ambos son arrebatados por el Señor para irlo a recibir en el aire (1 Tes 4:14‑17). Con todos estos eventos, se concluye con una etapa en la historia de este mundo y se da inicio a otra: el milenio el cual analizaremos a continuación.

                                           EL JUICIO MILENIAL

La segunda venida de Cristo, pone un alto a la obra de Satanás, sin embargo, el problema del pecado no ha sido resuelto completamente ni erradicado totalmente del universo, todavía quedan algunos aspectos que necesitan ser aclarados, y para eso Dios da un período de mil años para su análisis. Durante ese tiempo los impíos han quedado totalmente destruidos "para ser castigados después de muchos días (1000 años)" (Isa 24:21‑22; Apoc 20:5; 11‑15). Satanás y sus ángeles quedan solos, atados por las circunstancias, en un planeta desolado (Apoc 20:1‑2; Jer 4:23‑27; Isa 24:19‑20).



Durante este tiempo, lo santos son llevados al cielo a vivir en las moradas preparadas por Jesús, "vivieron y reinaron con Cristo mil años" (Juan 14:1‑3; Apoc 20:4). Los justos son los que participan de la primera resurrección, "la resurrección de vida" (Apoc 20:6; Juan 5:29). Durante los mil años se concede a los santos verificar las decisiones divinas tomadas en el juicio investigador, a esto se refiere el profeta cuando dice que los santos recibieron "facultad de juzgar" (Apoc 20:4). Durante estos mil años los justos "juzgarán al mundo.... y a los ángeles (malos)" (1 Cor 6:2‑3; Judas 6), es aquí cuando los papeles se cambian, aquellos que fueron juzgados por tribunales injustos, ahora serán los que darán su fallo en contra de los pecadores por los actos cometidos mientras estaban en el cuerpo (2 Cor 5:10). Al final de los mil años, el juicio verificador termina y da comienzo etapa final del drama de la redención y del juicio.

                                                              
EL JUICIO FINAL: LA ERRADICACIÓN DEL PECADO

Al fin de los mil años, Cristo regresa a la tierra. Le acompaña la hueste de redimidos y de ángeles. En su descenso manda que los impíos sean resucitados, esta es la segunda resurrección, "la resurrección de condenación" (Apoc 20:5; Juan 5:29). A este período el profeta Isaías se refiere así de los impíos: "Serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días" (Isa 24:22). Esta resurrección no los transforma en inmortales, sino que resucitan en la misma condición humana, con las huellas de la enfermedad y de la muerte. Con la resurrección de los impíos, el Diablo es suelto de la cadena de circunstancias que lo ataban, ahora tiene material para trabajar "un poco de tiempo" (Apoc 20:3), saliendo "para engañar a las naciones.... a fin de reunirlos para la batalla" (Apoc 20:8).

Fiel a su antigua astucia, no se da por Satanás, pretende ser el príncipe que tiene derecho a la posesión de la tierra y de la ciudad santa. Les asegura que su poder les ha sacado de las tumbas y que está a punto de liberarlos de la más cruel tiranía. Fortalece a los débiles y sana a los enfermos infundiéndoles poder y energía. Les propone tomar la ciudad santa (Apoc 21:9‑27) y conquistar su trono y su reino.

En esa inmensa muchedumbre donde se reúnen todos los impíos de todas las edades, se encuentran genios, inventores, científicos, generales, líderes, todos ellos con mentes brillantes y talentos asombrosos, pero que los consagraron para el mal. Con estas personas y con sus ángeles, Satanás prepara las armas, organiza a sus ejércitos y el plan de ataque. Subieron "sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada" y se preparan para el asalto (Apoc 20:9).

Este es el único momento en la historia de la humanidad, cuando Jesús  se sentará en un "trono blanco" (Apoc 20:11), y "serán reunidas delante de él todas las naciones" (Mat 25:32), unos fuera de la ciudad, otros dentro de la misma, entonces la etapa final del juicio se llevará a cabo: el juicio final o consumativo.


Se abren los registros de los libros del cielo y cada uno de los impíos se vuelven conscientes de los pecados que cometieron, de todas las oportunidades rechazadas y del grande amor y paciencia del Salvador (Apoc 20:11‑15). Todos en un acto de arrobamiento exclaman "justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos"  (Apoc 15:3). Todos los impíos están de pié ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra el gobierno del cielo, sin tener excusa, escuchan la sentencia: "Apartaos de mí malditos al fuego eterno" (Mat 25:41).

Un acto importante se celebra ante los ojos de todos los seres vivientes: la coronación de Cristo como el Rey de Reyes (Apoc 19:16), para que se cumpla "que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios el Padre" (Fil 2:10‑11).

A pesar de que Satanás se ha visto obligado a reconocer la justicia de Dios y a inclinarse ante la supremacía de Cristo, Satanás no cambia su carácter, sino que arenga a sus huestes y se lanza contra la ciudad santa para tomarla por la fuerza, pero "de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió" (Apoc 20:9‑10). Con este acto culmina la última obra divina: el pecado y los pecadores son aniquilados. El fuego que consume a los impíos purifica la tierra.

 El gran conflicto ha terminado, ya no hay pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. En toda la creación reina la armonía, la paz, y el contentamiento. Los redimidos libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan a realizar las empresas más anheladas y los mundos no caídos comparten con ellos las magnificencias del conocimiento de Dios. Desde el más minúsculo átomo hasta la galaxia más extensa, declaran la justicia divina y cantan en júbilo perfecto que "Dios es amor" (1 Juan 4:8).




FASES DEL JUICIO DIVINO


FASE INVESTIGADORA


FASE VERIFICADORA

FASE CONSUMADORA
CUANDO DE REALIZA:
Antes de la segunda venida
Dan. 7:9-14; Dan 8:13, 14
CUANDO DE REALIZA:
Durante el milenio
Apoc. 20:4-6
CUANDO DE REALIZA:
Al final del milenio
Apoc. 20:11-15
BENEFICIO:
Para vindicar a Dios y a su pueblo ante el universo leal
BENEFICIO:
Para vindicar el juicio divino ante  los redimidos
BENEFICIO:
Para vindicar el juicio divino ante los impíos
REGISTROS:
Libro de la vida y el libro de memoria
 Daniel 7:8, 12
REGISTROS:
Libros de pecados 
Apoc. 20:4; 1 Cor 6:1-3
REGISTROS:
Libros de pecados 
Mat. 25:46; Apoc. 20:11-15
SIMPOLIZADO POR:
La remoción del pecado del santuario
SIMBOLIZADO POR:
El macho cabrío enviado al desierto
SIMBOLIZADO POR:
El campamento limpio
DURACIÓN:
Desde 1844 hasta el fin del tiempo de gracia
Dan. 7:9-14; Dan 8:13, 14
DURACIÓN:
Durante los 1000 años en el cielo
Apoc. 20
1 Cor 6:2, 3
DURACIÓN:
Un poco de tiempo después del milenio
Apoc. 20:3, 7-15
EVENTO QUE SUCEDE:
Primera resurrección, los redimidos son resucitados o transformados
1 Cor. 15:51-55; 1 Tes. 4:13-17
EVENTO QUE SUCEDE:
Los impíos son destruidos; la tierra es desolada; los santos son llevados al cielo
Apoc 19:20, 21; 20:4, 5
EVENTO QUE SUCEDE:
La segunda resurrección, los impíos son aniquilados, el pecado erradicado, la tierra renovada
Apoc 20:10, 14, 15
LUGAR DONDE SE REALIZA:
En el lugar santísimo en el cielo
Dan. 7:9, 10, 13, 14

LUGAR DONDE SE REALIZA:
En el cielo
Apoc. 20:4, 6
LUGAR DONDE SE REALIZA:
En la tierra
Apoc. 20:11-13


EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL Reviewed by SAM on 11/17/2016 Rating: 5

No hay comentarios:

Algo que aportar, alguna impresion te causo este tema, cuentanos.

Con la tecnología de Blogger.