La serpiente emplumada

SERPIENTES CON ALAS:


"La serpiente era un hermoso animal con alas, y al volar por los aires tenía brillante aspecto, como de oro bruñido. No andaba por el suelo, sino que iba de un lado a otro por los aires y comía frutas lo mismo que el hombre. Satanás se infundió en la serpiente, y posándose en el árbol del conocimiento comenzó tranquilamente a comer del fruto...

El tentador aseguró a Eva que tan pronto como probara la fruta, recibiría un nuevo y superior conocimiento que la igualaría con Dios. Además le llamó la atención hacia lo que él mismo hacía. Comía libremente del árbol, cuyo fruto no sólo no era nocivo sino por el contrario delicioso y placentero. Le dijo que Dios les había prohibido comerlo y aun tocarlo a causa de sus maravillosas propiedades para infundir sabiduría y poder. Añadió que si él había alcanzado el don de la palabra era por haber comido del fruto del árbol prohibido, e insinuó que Dios no llevaría adelante su amenaza, pues sólo la había hecho con objeto de intimidarlos para privarlos de tan alto bien. Asimismo les dijo que no podrían morir, pues ¿no habían comido acaso del árbol que perpetuaba la inmortalidad? Terminó diciendo que Dios los estaba engañando para que no alcanzasen una mayor felicidad y más excelsa dicha. El tentador arrancó la fruta del árbol y se la ofreció a Eva, quien la tomó. ¿Ves?—dijo el tentador,—se os prohibió hasta tocar la fruta porque no murierais.—Y añadió que no tendría mayor sentimiento de mal y muerte por comer del fruto que por tocarlo. Eva se sintió muy alentada porque no experimentaba las inmediatas manifestaciones del desagrado de Dios, y creyó que el tentador hablaba prudente y verídica-mente. Comió del fruto y le supo a deleite, pues tenía un sabor exquisito, y le pareció sentir en todo su ser los maravillosos efectos del fruto...

Vi que el semblante de Adán se cubría de tristeza. Quedó espantado y atónito. Parecía que batallaban encontrados afectos en su ánimo. Le dijo a Eva que tenía la seguridad de que todo aquello era obra del enemigo contra el cual se los había amonestado, y que siendo así, ella moriría. Respondió Eva que no sentía la menor molestia, sino más bien una placentera sensación, por lo que le invitó a que también comiese...

Comprendía muy bien Adán que su compañera había quebrantado la única prohibición que les fuera impuesta en prueba de su amor y fidelidad. Arguyó Eva que la serpiente había dicho que no morirían, y así debía ser la verdad, por cuanto no notaba ninguna señal del desagrado de Dios, sino una placentera influencia como la que a su parecer sentían los ángeles. Adán se lamentó de que Eva se hubiese separado de su lado; pero ya estaba hecho el mal y no tenía más remedio que perder la compañera a quien tanto había amado. ¿Cómo podría soportar esta pérdida? Amaba vehementemente a Eva, y en extremo desalentado resolvió compartir su suerte. Razonó que Eva era parte de sí mismo, y que si ella había de morir, él moriría con ella, porque no le era posible soportar el pensamiento de la separación. No tuvo la necesaria fe en su misericordioso y benévolo Creador. No pensó que si Dios le había formado del polvo de la tierra dándole un hermoso cuerpo viviente, y había creado a Eva para que fuese su compañera, podría subsanar la falta de ella. Con todo, ¿no podrían ser verídicas las palabras de aquella sabia serpiente? Eva estaba delante de él, tan hermosa y en apariencia tan inocente como antes de aquel acto de desobediencia. El fruto que había comido parecía haber intensificado su amor hacia él, pues le demostraba más cariño que antes de la desobediencia y no veía en ella señal ninguna de muerte. Le había hablado de la dichosa influencia del fruto, de su ardiente amor por él, así que resolvió arrostrar las consecuencias. Tomó el fruto, lo comió ávidamente, y como Eva, no experimentó inmediatamente sus perniciosos efectos...

Después de la transgresión, se figuró Adán de momento que se elevaba a una existencia nueva y superior; pero no tardó en aterrorizarle la idea de su transgresión. El aire, cuya temperatura había sido hasta entonces constantemente benigna, les daba escalofríos. La culpable pareja tenía conciencia del pecado. Temía el porvenir y experimentaba un sentimiento de necesidad, una desnudez del alma. Parecía haberse apartado de ellos el dulce amor, la paz, la dichosa y constante felicidad, y en su lugar, sentían una falta de algo que hasta entonces no habían experimentado. Por primera vez fijaron su atención en lo externo. No habían estado vestidos, sino envueltos en luz como los ángeles celestes. Esa luz que los aureolaba se había desvanecido. Para mitigar el sentimiento de deficiencia y desnudez que experimentaban, trataron de buscar con qué cubrir sus cuerpos, porque, ¿cómo podrían arrostrar desnudos la vista de Dios y de los ángeles?...

Satanás se regocijaba en su triunfo. Había inducido a la mujer a desagradar a Dios, poner en duda su sabiduría y tratar de inquirir sus omniscientes planes. Y por medio de la mujer había logrado también la caída de Adán, que movido de su amor a Eva había desobedecido el mandato de Dios, perdiéndose con ella...

Testimonios selectos tomo 2.
Tentación y caída.
Elena de White.

Serpiente con alas sobre la piedra. Egipto. Templo de Luxor.

"El, respondiendo, les dijo: - Les digo que si éstos callaran, las piedras gritarían. -"
Lucas 19:40
La serpiente emplumada La serpiente emplumada Reviewed by SAM on 1/08/2018 Rating: 5

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