El señor del Sabado
La semana de la creación reverberaba de
entusiasmo; el Creador la recuerda cuando habla con Job: "Cuando alababan
todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios"
(Job 38:7).
El día séptimo completó las actividades creativas
de Dios y llegó a ser el día final de la primera semana. Mientras los
anteriores seis días son llamados "buenos" y "buenos en gran
manera", el clímax del séptimo día es que es llamado "santo".
"Como toda la creación se dirige hacia su terminación, el completarla
prepara el escenario para la consagración". 1 En contraste con los
informes de la creación del anti-guo Cercano Oriente, en los que Baal y Marduk cesan
sus actividades después de una violenta victoria sobre el caos, el Creador, sin
ningún esfuerzo, otorga el don de la vida y luego descansa en un mundo
"muy bueno". Aunque el Santuario será más tarde la casa espacial de
Dios, el sábado es el "palacio [de Dios] en el tiempo". 2
En solo siete días se formó la Tierra, con muchos
ecosistemas di-ferentes amorosamente puestos en su lugar, y luego se llenó en
forma abundante con vida. La actividad divina crea una asombrosamente
in-trincada red de hábitats divinamente bendecidos, entretejidos con una
complejidad que solo estamos comenzando a apreciar. El sábado es el clímax que
produce la completitud. El cosmos entero, con sus muchos sistemas, es el
resultado de la actividad y la bendición divinas. Todo existe por la generosa
iniciativa de Dios. Nada ha sido pasado por alto.
El sábado mismo es un don notable. Los seres
humanos y todas las criaturas, junto con su Creador, están invitados a
descansar. Las ben-diciones del sábado no se limitan a los seres humanos sino
también se otorgan a los animales y a la tierra misma (Éxodo 20:8-11; cf.
23:11, 12). Contrastando con el concepto moderno sobre los animales (que son
descartables y cruelmente masacrados sin consideración por su bienes-tar), el
cuarto mandamiento del Decálogo generosamente los incluye en la esfera de su
bendición. 3
El sábado no es una demanda legalista: es un don
divino. Siendo que los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios
(Génesis 1:26, 27), esto sugiere que el reposo sabático también está diseñado
pa-ra nosotros. Dios mismo más tarde repite esta intención en Éxodo 20:8 al 11.
Las regias horas del sábado dan tiempo para el compañerismo con el Creador.
La semana de siete días instituida divinamente,
desconectada de cualquier movimiento celeste (como son la medida del día, del
mes y del año), revela la poderosa soberanía del Creador sobre todo,
inclu-yendo el tiempo mismo. La bendición de Dios para toda la creación está
escrita en las mismas leyes de la naturaleza, incluyendo el ritmo semanal del
tiempo. Al poner aparte el sábado semanal, Dios nos otor-ga libertad de la
tiranía del tiempo.
Cuando el Creador mismo 4 caminó sobre la tierra,
deliberadamen-te llamó la atención al sábado. De acuerdo con el Evangelio de
Lucas, Jesús usó un sábado para inaugurar su ministerio, con las profecías
mesiánicas de Isaías 58 y 61. Isaías 58 promete la restauración del sábado;
Isaías 61 promete la salvación: sugiriendo una estrecha co-nexión entre el
sábado y la salvación. Estos capítulos, que presentaban al Mesías venidero,
proveen el modelo de la vida y el ministerio de Jesús. ¡Y él anunció que él era
el cumplimiento mismo de estas prome-sas mesiánicas un sábado de mañana!
Significativamente, Lucas vincula la declaración
inicial de Cristo en sábado con dos milagros de curación en sábado: Jesús sana
a un hom-bre poseído por un demonio otro sábado de mañana en la sinagoga (Lucas
4:31-37); luego va a la casa de Pedro y sana a la suegra de este de una
"gran fiebre" (4:38, 39), procurando restaurar la bendición del
sábado. Lucas aparentemente se da cuenta de que la proclamación de su
ministerio en sábado se cumple con milagros de sanación y libera-ción que haría
el Mesías, como lo predijo el profeta Isaías. 5
Lucas también describe a Jesús como un observador
habitual del sábado: "como era su costumbre" (Lucas 4:16).
Aparentemente, Jesús se deleitaba en estar con su pueblo en su día. De hecho,
Lucas describe no solo cómo Jesús anunció su ministerio un sábado, sino también
que,
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después que completó su obra de salvación en la
cruz un viernes, Jesús luego reposó en sábado, así como él descansó el primer
sábado des-pués de terminar su obra creadora.
Otro sábado, también en la sinagoga, hay un
hombre con una ma-no seca. El "anciano" que presidía observa
cuidadosamente para ver si Jesús se atrevería a "quebrantar las
reglas". El código rabínico prescrib-ía que "un caso de riesgo de
pérdida de vida se sobrepone al sábado", 6 y una mano seca obviamente no
es una situación que amenaza la vida. Pero, Jesús deliberadamente llama al
afligido hombre para que entre en el centro de atención, y pregunta: "¿Es
lícito en el sábado hacer bien o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?"
(Marcos 3:4).
Jesús quiere que sus adversarios evalúen la
situación cuidadosa-mente: si salvar la vida en sábado es más
"lícito" que hacer planes para matar, como ahora querían hacer con
él. Sus adversarios permanecen en silencio. Con el problema clarificado, Jesús
sana la mano seca. En lugar de alabar a Dios porque había ocurrido ese milagro,
los fariseos y los herodianos complotan contra la vida de Jesús (3:6). Su odio
por Jesús los ciega al hecho de que, al planear su homicidio, están
quebran-tando uno de los Diez Mandamientos, mientras que acusan a Jesús de
transgredir otro.
Otro sábado, Jesús sana a una mujer encorvada que
había sufrido durante 18 años (Lucas 13:10-17). Otra vez, Jesús llama a la
persona al centro de atención en la sinagoga antes de sanarla. Luego, usando
pa-labra y acto, dice: "Mujer, eres libre de tu enfermedad" (13:12).
Inme-diatamente se yergue. Por primera vez en mucho tiempo, puede mirar a
alguien a la cara. Y la primera cara que ve es la de Jesús.
El principal de la sinagoga, sin embargo, no está
inclinado a alabar a Dios por este milagro. Indignado, se dirige a los
adoradores: "Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid
y sed sanados, y no en sábado" (13:14). Este "trabajo" debía
hacerse en los días de sema-na. El sábado, sencillamente, no debía ser
profanado de este modo.
Pero Jesús responde: "Hipócrita". Luego
presenta una analogía pro-bablemente familiar para los presentes. Saben que es
apropiado des-atar a los animales sedientos y llevaros a beber en sábado: el
manda-miento del sábado también da su bendición a los animales. Jesús luego
declara que está "desatando" a una "hija de Abraham" de 18
años de sufrimiento. Los profetas habían predicho que estas bendiciones
vendrían del Mesías. Cuando Jesús sanó a la mujer, sencillamente es-taba
llevando a cabo la "obra" profetizada del Mesías, proclamando li-
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bertad a los cautivos. De hecho, Jesús usa el
verbo "liberar" (lúein) tres veces en esta narración. No vino
solamente para adorar en sábado sino para liberar al pueblo de las ataduras del
pecado y la enfermedad que lo mantiene cautivo. El sábado es el mejor día para
sanar.
Jesús realiza otro milagro en sábado en el centro
de Jerusalén. Ele-na de White describe la escena:
"Jesús estaba otra vez en Jerusalén. Andando
solo, en aparente me-ditación y oración, llegó al estanque. Vio a los pobres
dolientes espe-rando lo que suponían ser la única oportunidad de sanar.
Anhelaba ejercer su poder curativo y devolver la salud a todos los que sufrían.
Pero era sábado. Multitudes iban al Templo para adorar, y él sabía que un acto
de curación como éste excitaría de tal manera el prejuicio de los judíos que
abreviaría su obra. Pero, el Salvador vio un caso de miseria suprema. Era el de
un hombre que había estado imposibilitado durante 38 años. Su enfermedad era en
gran parte resultado de su propio peca-do y considerada como juicio de Dios.
Solo y sin amigos, sintiéndose privado de la misericordia de Dios, el enfermo
había sufrido largos años". 7
Sabiendo el extremo rencor contra él, Jesús le
pregunta al hombre que ve más enfermo: "¿Quieres ser sano?" El hombre
trata de explicar su situación extrema, a lo cual Jesús responde:
"Levántate, toma tu le-cho, y anda". De inmediato el hombre es
sanado. No pasa mucho tiem-po para que un hombre que llevara su cama en sábado
en Jerusalén fuera observado; un hombre llevando su estera en Jerusalén en
sábado sería bien visible. No pasaría mucho tiempo para que las autoridades
religiosas lo reprendieran. Jesús podría haberse evitado, a él y al en-fermo,
muchas dificultades si le decía sencillamente que "se levantara y se
fuera". Pero él, obviamente, estaba tratando de llamar la atención a la
curación de este hombre.
Sin embargo, cuando las autoridades religiosas lo
interrogaron, el hombre ni siquiera sabía quién lo había sanado. Solo después
de en-contrarse con Jesús en el Templo, más tarde, lo supo. Pero las
autori-dades estaban enojadas, y confrontaron a Jesús. Él respondió que estu-vo
"trabajando" como su Padre "trabaja" (Juan 5:17), una
palabra intere-sante al discutir con los líderes judíos, que querían mantener
las res-tricciones contra el "trabajo" en sábado.
Los adversarios de Jesús creían que el hombre
sufriente estaba re-cibiendo lo que merecía. Y, si había sobrevivido tanto
tiempo, esperar un día más para sanarlo hubiera evitado la profanación del
sábado.
Ellos sencillamente, no podían condonar ningún
milagro de curación hecho en sábado. Jesús alega que su pensamiento estaba
profundamen-te distorsionado, y arriesgaba su vida al decir esto.
"Podría haber sanado al enfermo en cualquier
otro día de la sema-na; podría haberlo sanado simplemente, sin pedirle que
llevase su ca-ma, pero esto no le habría dado la oportunidad que deseaba. Un
propósito sabio motivaba cada acto de la vida de Cristo en la Tierra. Todo lo
que hacía era importante en sí mismo y por su enseñanza. En-tre los afligidos
del estanque, eligió el caso peor para el ejercicio de su poder sanador, y
ordenó al hombre que llevase su cama a través de la ciudad a fin de publicar la
gran obra que había sido realizada en él. Es-to iba a levantar la cuestión de
lo que era lícito hacer en sábado, y pre-pararía el terreno para denunciar las
restricciones de los judíos acerca del día del Señor y declarar nulas sus
tradiciones". 8
Jesús también sanó a un ciego en sábado (Juan 9).
El informe de es-te milagro genera un largo capítulo en el Evangelio de Juan.
Tal vez Juan está tratando de llamar la atención al cumplimiento de la profecía
del Antiguo Testamento acerca del Mesías, quien traería la vista a los ciegos
(Isaías 35:3-6).
Cuando notaron al ciego, los discípulos
preguntaron: "¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido
ciego?" (Juan 9:2). Jesús re-chazó la idea de que Dios estaba castigando
los pecados de alguien, y en su lugar se señala a sí mismo como "la luz
del mundo" (versículo 5). Entonces preparó lodo, lo puso sobre los ojos
del ciego, y le dijo que se lavara en el estanque de Siloé. Jesús se podría
haber ahorrado mucho antagonismo si le decía al hombre que se fuera a su casa y
se lavara. En cambio, el ciego es enviado a un lugar muy público, junto al
Templo, en sábado, cuando habría allí muchos adoradores, pero nadie se estaría
lavando en sábado.
Después de que el ciego se lavó, ¡pudo ver! Pero,
sorprendentemen-te, no hay regocijo. Primero, los adversarios de Jesús atacan
al hombre. Él defiende lo que sucedió y concluye que la persona que le dio la
vista debe ser un profeta (9:17). Después de exigir que los padres del hombre
identifiquen a su hijo ciego, las autoridades llaman de nuevo al hombre sanado.
Él repite sus declaraciones anteriores, pero esta vez los líderes religiosos lo
expulsan de la sinagoga. Jesús oyó lo que sucedió, y buscó al hombre sanado:
"Oyó Jesús que le habían expulsado; y
hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién
es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues lo has visto, y el que
habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró" (Juan 9:35-38).
Cuando el que había sido ciego se encontró con su
Sanador, ocurrió el segundo milagro de visión. Cuando él "vio" quién
es Jesús, lo adoró, pues cuando alguien realmente ve a Jesús, es llevado a
adorarlo.
Este segundo milagro de devolución de la vista
está en marcado contraste con los gobernantes religiosos, que estaban
"ciegos" al Mesías, aun cuando los profetas del Antiguo Testamento
habían predicho que cuando este viniera restauraría la vista a los ciegos. Y el
sábado está en el ojo de la tormenta. El "clero" sencillamente no
puede vincular la cu-ración y la salvación con el sábado.
Con riesgo de su misión y su vida, el Creador
procuró restaurar el sábado al lugar que le corresponde por derecho.
Defendiendo lo que es "lícito" en sábado, él argumentó desde el
Antiguo Testamento y con su ejemplo, y se declaró "Señor del sábado" (Marcos
2:28). Intencional-mente confrontó las restricciones del sábado que entonces
prevalecían, insistiendo en que el sábado no es un día para reglas y ritos
legalistas. Tal pensamiento estaba impidiendo que la gente recibiera la
bendición divina de ese día.
Aunque los motivos para guardar cuidadosamente el
sábado eran loables, la concentración en las reglas había llegado a ser la
principal prioridad de ellos; la bendita naturaleza del sábado había
desapareci-do. En el proceso, el legalismo estaba devaluando a la gente. Jesús
sab-ía bien, al sanar en sábado, que él sería considerado un transgresor; pe-ro
esto no lo detuvo de tratar de derribar el muro de los requerimientos
tradicionales que oscurecían el sábado.
"Toda religión falsa enseña a sus adeptos a
descuidar los meneste-res, sufrimientos y derechos de los hombres. El evangelio
concede alto valor a la humanidad como adquisición hecha por la sangre de
Cristo, y enseña a considerar con ternura las necesidades y las desgracias del
hombre.
"El santo día de reposo de Dios fue hecho
para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su
propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda
ser ali-viada en sábado o en cualquier otro día". 9
Jesús deliberadamente desafió las prohibiciones
acerca del sábado que afectaban la salud, el bienestar y la felicidad de la
gente, llamando la atención a lo que es realmente el sábado: un día para
milagros, un día para curaciones, un monumento del poder creativo y recreativo de
Dios; un día cuando los cautivos son liberados (Lucas 13:10-17), los
pa-ralíticos pueden caminar (Juan 5) y la gente puede volver a estar sana.
"El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del
sábado" (Marcos 2:27).
Dios desea que experimentemos esta renovación con
él cada sema-na. Cada sábado, podemos ser los "cautivos" que Cristo
ha librado, los espiritualmente ciegos cuya vista Jesús puede restaurar;
nuestros cora-zones pecaminosos dañados y lisiados pueden encontrar curación. Ca-da
semana, el sábado puede traer liberación y redención a nuestras al-mas,
restaurándonos de los tropezones y los fracasos de la semana pa-sada. Podemos
ser perdonados y regocijarnos en el poder de la salva-ción de Dios. ¡Es el día
más ocupado de él!
"Lo que se demanda a Dios en sábado es aún
más que en los otros días. Sus hijos dejan entonces su ocupación corriente, y
dedican su tiempo a la meditación y el culto. Le piden más favores el sábado
que los demás días. Requieren su atención especial. Anhelan sus bendicio-nes
más selectas. Dios no espera que haya transcurrido el sábado para otorgar lo
que le han pedido. [...] La obra que hacía Cristo al sanar a los enfermos
estaba en perfecta armonía con la Ley. Honraba el sábado". 10
Después de que fueron creados los seres humanos
el sexto día, el sábado fue su primer día de vida. Fueron invitados a descansar
con su Creador antes de haber hecho ningún trabajo, descansando en la obra
terminada de la creación de Dios. Así, podemos reposar en su obra terminada de
la salvación. El sábado es mucho más que "no el domin-go". Fue creado
para darnos entrada en el "palacio en el tiempo", don-de podemos
tener compañerismo con nuestro Creador y Redentor en un anticipo semanal del
Paraíso. Jesús no solo pretende ser el Señor del sábado, y su verdadero
Intérprete, sino también el Proveedor del repo-so sabático, dando una
"visión preliminar" de la paz y el descanso del futuro prometido en
el cielo.
Referencias
1
William P. Brown, The Ethics of the Cosmos: The Genesis of Moral Imagination in
the Bible (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 199), p. 52.
2 Abraham Heschel, The Sabbath (Nueva York:
Farrar, Straus y Giroux, 1983), p. 10.
3 La estructura del cuarto Mandamiento destaca lo
que está incluido en el reposo sabá-tico:
A - Acuérdate del sábado, para santificarlo
B - Seis días trabajarás y harás toda tu obra,
mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios;
no hagas en él obra alguna
C - tú, ni tu hijo, ni tu hija ni tu siervo ni tu
criada, ni tu bestia, ni tu ex-tranjero que está dentro de tus puertas
B1 - porque en seis días hizo Jehová los cielos y
la tierra, el mar, y todas las co-sas que en ellos hay, y reposó en el séptimo
día;
Al - Por tanto, Jehová bendijo el séptimo día y
lo santificó.
Los animales participan en la celebración de la
actividad creadora de Dios. Los otros seis días, ellos han de trabajar con los
humanos, pero no en el sábado. Carol Meyers se-ñala que las siete categorías de
criaturas vivientes se mencionan como beneficiadas del descanso sabático (en la
sección C, el centro de la estructura arriba), destacando la "to-talidad
de los miembros de la casa que deben observar el sábado" (Carol Meyers,
New Cambridge Bible Commentary: Éxodo [Cambridge: Cambridge University Press,
2000], p. 1.320.
4 Hablando de Jesús, Pablo escribió: "Porque
en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
en la tierra [...] todo fue creado por medio de él y pa-ra él. Y él es antes de
todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten" (Colosenses 1:16, 17).
5 En muchas ocasiones, aspectos de la vida y del
ministerio de Cristo están presentados repetidamente como cumplimiento de las
profecías del Antiguo Testamento. Esto cul-mina en el camino a Emaús el domingo
de Resurrección, cuando el Cristo resucitado mismo explica a los dos discípulos
que él cumplió "todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos" (Lucas 24:44; ver también los versículos 26 y
27).
6 Mishná YOMA 8:6.
7 Elena de White, El Deseado de todas las gentes,
p. 171.
8 Ibíd., p. 176.
9 Ibíd., pp. 153, 177.
10 Ibíd., p. 177.
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El señor del Sabado
Reviewed by FAR Ministerios
on
2/06/2012
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