Una mano sobre mi hombro
Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como a este,
a mí me recibe. Mateo 18:5

Benjamín tomo la decisión de no asistir a la iglesia, y se
dijo: “les aseguro que ni 25 caballos podrían arrastrarme para ir a la iglesia
el sábado”. Pero su mama tenía una idea mejor. Era una mujer firme, y con una
tierna sonrisa persistió hasta que benjamín comenzó asistir a la iglesia de uno
de nuestros colegios. Benjamín nos cuenta su experiencia:
“caminar a lo largo del corredor que conducía al templo fue
algo difícil para mí. No miraba a nadie ni conversaba con nadie. Pero cuando
llegué a la puerta principal sentí una mano sobre mi hombro: era la del anciano
de la iglesia. Me hablo con palabras que nunca olvidaré: ‘Benjamín -me dijo-,
he pensado mucho en ti; en realidad, creo que algún día llegaras a ser un… buen
predicador’. Esto restauro mi dignidad; me dio valor y esperanza. Aun puedo
sentir aquella mano sobre mi hombro”.
Las palabras generosas del anciano marcaron el punto de
retorno de benjamín, aunque el desconocía el futuro este joven.
Nadie conoce el verdadero valor de un joven que juega o
trabaja, que ríe o se ocupa en cosas sin importancia; nadie sabe el verdadero
valor de un joven hasta que pasa el tiempo y se ven todas las cosas. los
hombres que ahora ocupan grandes posiciones fueron muchas veces jóvenes aparentemente
sin importancia.
Ayudemos a los jóvenes dirigiéndoles palabras de Ánimo,
confianza y amor.
Una mano sobre mi hombro
Reviewed by SAM
on
11/14/2016
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