La Biblia como la verdad absoluta de orientación
Ninguna filosofía humana contiene toda la verdad
ni resuelve todos los problemas humanos.
Pero lo sorprendente es que, frente a las
limitaciones de todas las teorías y filosofías inventadas por el hombre para
responder a los grandes interrogantes de la vida, y ante los fracasos e
inconsecuencias que todos ellos contienen, la Biblia, por ser la Palabra de
Dios (1 Tesalonicenses 2:13), expone la verdadera y auténtica filosofía,
contesta cada angustioso interrogante de nuestro corazón, aclara cada duda
insondable de nuestra mente. Porque en
ella se encuentra la voluntad de Dios.
Debido a que su mensaje y orientación fueron
recibidos directamente de Dios como su fuente auténtica, única y suprema de
toda verdad, allí hallamos los absolutos principios guiadores de la verdad que
nos proporcionan confianza, estabilidad y bienestar en esta confusión reinante
de la hora.
Dentro de lo que nuestra mente humana en su actual
condición puede captar, en su mensaje maravilloso se revelan la naturaleza y
las características de Dios, como Creador supremo (Isaías 44:6); Padre amoroso (Isaías 53:16); el origen de la
esencia del hombre (Génesis 2:7); el excelso propósito de la vida (Isaías
43:7); el destino glorioso de la humanidad redimida por Cristo (2 Timoteo
4:6-8;2 Corintios 8:17); la capacidad limitada de la mente para conocer (Isaías
55:8-9), junto con el auxilio infalible que está al alcance de toda persona en
la gran tarea de investigar la verdad salvadora. (Juan 16:13; Hechos 17:11).
La Biblia es la historia fidedigna de la salvación
Toda persona reflexiva se pregunta: ¿Realmente la Biblia fue escrita por los
hombres a quienes se adjudica su paternidad literaria? ¿Sus profecías fueron registradas en el
tiempo en que pretenden haberlo sido, o se trata de una recapitulación
posterior de materiales folklóricos que sirvieron de base para el trabajo
literario de algunos escribas en fecha mucho más reciente?
¿Las narraciones del Antiguo Testamento responden
a verdaderos hechos históricos acontecidos, o son nuevas leyendas con mucho de
fantasía y alguna reminiscencia histórica?
¿En otras palabras, es la Biblia auténtica, histórica y
verídica? Si así no fuera, si las
profecías se hubieran registrado después de los hechos que predicen, las
Sagradas Escrituras tendrían que ser rechazadas absolutamente como guía
orientadora para la vida, y sólo podría considerarse como una impostura.
Todas estas dudas, que perturbaron a muchos
estudiosos sinceros hasta fines del siglo XIX, felizmente hoy han sido
aclaradas en forma categórica. Hoy la
Biblia, aun por los eruditos de la alta crítica más exigente, está considerada
como un documento histórico digno de la mayor confianza. Los hallazgos arqueológicos, consistentes en
ruinas de templos, ciudades, cerámicas, inscripciones en tablillas y
monumentos, con relatos y fechas que confirman de una manera asombrosa, una
multitud de los hechos mencionados en la Biblia. Y a medida que va transcurriendo el tiempo,
van apareciendo nuevos testimonios de la veracidad de la Biblia, al remover las
ruinas del pasado, los arqueólogos e historiógrafos se pronuncian cada vez más
enfáticos en favor de la historicidad de la Palabra de Dios.
Por otra parte, entre un sinnúmero de documentos
encontrados en las excavaciones y búsquedas diligentes, y analizando con toda
paciencia a la luz de la revelación, no hay uno sólo que contradiga siquiera
una narración o un sólo pasaje de las Sagradas Escrituras.
Por la limitación de este estudio sólo queremos
mencionar de paso el hallazgo extraordinario de un rollo de pergamino efectuado
en 1947. Este rollo contiene el libro de
Isaías. Este manuscrito es del siglo II
a.C., cuyo texto, al ser reproducido fotográficamente y publicado para estudio
de los lingüistas, resultó ser el mismo que el libro de igual nombre que
circula hoy en hebreo.
En marzo de 1955, en la cueva de Murabbaat, en el
desierto de Judea fue hallado otro valiosísimo rollo hebreo que contiene los
escritos de los profetas menores (última parte del Antiguo Testamento). El texto de este manuscrito comienza con Joel
2:20 y finaliza con Zacarías 1:4; faltan los libros de Oseas y Malaquías.
En estos documentos los 12 de los profetas menores
es prácticamente idéntico al texto hebreo que circula en nuestro tiempo, y el
orden en que los libros han sido copiados es exactamente igual al Antiguo
Testamento hebreo actual.
Esto indica que el texto de las Escrituras se ha
conservado intacto en su transmisión a través del tiempo. Dios como su autor que inspiró a los
escritores sagrados, ese mismo Dios que ha conservado intacto su contenido para
nosotros es quien ha preservado el mensaje de salvación, a pasar de los
deliberados esfuerzos hechos en este sentido (Salmo 12:1-2,6-8).
La Biblia como la verdad absoluta de orientación
Reviewed by SAM
on
1/05/2017
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