Y el santuario será purificado (serie) 6
Pregunta: Oímos mucho
sobre la fe, pero ¿no nos habla la Biblia de esfuerzo y lucha?
Respuesta: Al considerar
la justificación por la fe en relación con los versículos que nos hablan de esfuerzo
perseverante, lucha, etc, es preciso observar que todo el esfuerzo y lucha
deben estar en el terreno de la fe, y no en el de las obras. Según los escritos
de E. White, nuestro combate, nuestra batalla, es la “buena batalla de la
fe”. La fe no es “lo fácil”, sino que es la parte difícil. Hemos de reconocer
que a veces nos resulta casi imposible creer. Por ejemplo, la razón por la que
no nos levantamos antes, por la mañana, para estudiar la Biblia, es porque no
creemos que su Palabra sea Espíritu y vida. Job lo creía, y dijo “guardé las
palabras de su boca más que mi comida” (Job 23:12). ¿Cuántas veces os saltáis
una comida? ¿Sois tan constantes en estudiar la Biblia? Si no lo sois, la razón
es que no creéis que el cumplimiento de la Palabra esté allí. No creéis que lo
que Dios os quiere mostrar en su Libro es la bendición más increíble del mundo.
Es mi firme convicción que el tesoro escondido en el campo, la perla de gran
precio, es Cristo tal como es revelado en su Palabra. En la última generación,
Dios va a convencer a un pueblo de esa verdad. Cuando creamos realmente que ese
tesoro está allí, nada nos alejará de nuestras Biblias. La fe es lo que hace la
diferencia. La razón por la que aún no hemos experimentado eso, es porque nos
parece tan difícil de creer. La batalla está en la fe.
Pregunta: ¿Sobre qué
base se hará el juicio?
Respuesta: Todos los
textos que he leído en la Biblia, referentes al juicio, dicen que seremos
juzgados de acuerdo con nuestras obras; por nuestros hechos. Porque en el juicio,
lo que Dios hace al poner de manifiesto nuestras vidas, es mostrar claramente
quién tiene fe y quién no la tiene. Eso es así porque la fe obra siempre. Al
exponer nuestras vidas, se hace evidente quién lo aprecia y quién no. Cuando la
vida secreta queda descubierta, se hace evidente quién ama a Dios y quién no.
Hoy no somos conscientes de por qué hacemos esto o aquello, o por qué pensamos
de una forma u otra. Se nos esconden nuestros pensamientos y nuestros motivos.
Dios permitirá que nuestros corazones sean expuestos en el juicio, y los
habitantes del cielo comprobarán fehacientemente que damos nuestros corazones
verdaderamente a Dios. La diferencia, en relación con su pueblo de los últimos
días, es que esa obra de revelar lo secreto de nuestros corazones tiene lugar
ahora, mientras vivimos. La última generación será una demostración de cuanto
Dios habría hecho con todos los creyentes, si hubiesen tenido el tiempo y la
luz necesarios. Dios será reconocido justo, porque no habrá excusado el pecado,
sino que lo habrá limpiado (purificado). Satanás no podrá decir: ‘Mira sus
vidas, realmente no te aman. Si estos son los que vas a llevar al cielo, ¡llévame
también a mí!’ Al contrario, sus vidas serán la respuesta a la gran acusación
de Satanás –que no existe el amor sin egoísmo. Pero la base del juicio son
nuestras obras. La razón por la que no tenemos nada que temer es porque (1)
Dios nos ama, y (2) no dependemos de nosotros para producir las buenas obras.
Dios no me condena. Si creo las buenas nuevas, hasta qué punto me ama, él perdona
y purifica, es él quien quita mi pecado y me califica para el juicio, no soy yo
quien se califica. Permitidme que os cite Mateo 12:36 y 37, que guarda
paralelismo con Romanos 2:15 y 16: “Mas yo os digo que toda palabra ociosa
que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por
tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. No
quiere decir que Dios nos hará justos por aquello que decimos o hacemos. No
significa que tenemos que hacernos buenos antes que Dios nos justifique.
Significa que cuando Dios nos justifica –por la fe–, nos cambia. Nos pone en
armonía con su ley, y podrá decir, “Aquí está la paciencia de los santos;
aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”. Lo
mismo sucede con el capítulo 2 de Santiago: cuando dice que Abraham fue
justificado por obras, significa que sus obras demostraron que había sido
justificado. Las obras de Abraham demostraron su justicia por la fe.
‘Justificado’ puede significar ‘reconocido como justo’, ya que en Romanos 3:4
dice que ‘Dios sea justificado cuando de él se juzgare’: significa que será
reconocida, o demostrada su justicia.
Pregunta: ¿Abandonó
realmente Jesús sus atributos divinos, al encarnarse?
Respuesta: Estaban a su
alcance, pero no los empleó. Quizá los pudiese emplear pidiéndoselos nuevamente
al Padre, o bien estaban en él y pero no los empleó, lo que parece ser el caso.
En todo caso, Filipenses 2 dice que se anonadó (K.J.V: vació) a sí mismo, que escogió
dejarlo todo voluntariamente, no tocarlo. Por alguna razón, después de la
resurrección, continuó eligiendo no hacer uso de sus atributos divinos. Yo no
sé por qué, ni por cuánto tiempo, pero hay alguna declaración en la Biblia y en
el Espíritu de Profecía que muestran que Cristo todavía no sabe el día y la
hora de su venida. Después de la resurrección, le dijo a María ‘voy a vuestro
Dios y a mi Dios’, y en El Deseado leemos que no sabía si su sacrificio
había sido aceptado, hasta no oír la aprobación del Padre. No se trata de
ningún dogma, pero no hay duda de que ahí hay algo profundo. En Apocalipsis 14,
un ángel le dice que ha llegado el momento de ir a buscar a su esposa. Quizá
sea una formalidad, un mero asunto protocolario, pero quizá es porque ha revestido
su divinidad de humanidad por siempre. Cristo es un don (no un préstamo)
por la eternidad. No sé el pleno alcance de eso, pero cuando Jones y Waggoner
–quienes tengo la persuasión que fueron un cumplimiento de Elías– comenzaron a
presentar la justificación por la fe y la purificación del santuario, E. White
dijo que estaban elevando, destacando al Salvador, y ellos lo vieron como un
sacrificio eterno. No tengo la sabiduría para saber lo que eso significa, pero
una cosa sé: antes de estar sellados en su amor, conoceremos y apreciaremos
mucho mejor lo que costó a nuestro Salvador el rescatarnos.
Pregunta: ¿Qué
significa ser perfecto antes de la venida de Jesús?
Respuesta: Algunos
emplearían Mateo 5:48, ‘sed perfectos como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto’, para decir que no debemos realmente ser perfectos, que lo
único necesario es haber desarrollado un amor maduro, mientras continuamos
pecando. Quisiera sugerir que el pecado es una manifestación del egoísmo de
Satanás, y no de amar como Dios ama. La vida de Jesús, cuando estuvo en la
tierra, es un modelo de lo que es la perfección. Si tenéis vuestra fe puesta en
Cristo en todo momento, y permitís que la vida de Cristo obre en vosotros, por
más elevado que sea vuestro concepto de la ley, Dios ha prometido cumplirla en
nuestras vidas –ya que él es el autor de la ley–. Ha prometido que es capaz de “cautivar
todo pensamiento en obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:5), capaz de hacer que “la
justicia de la ley fuese cumplida en nosotros” (Rom. 8:4). “Cualquiera
que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio” (1
Juan 3:3). “Porque para esto sois llamados; pues que también Cristo padeció
por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas: el cual
no hizo pecado” (1 Ped. 2:21, 22). “Por la sangre del
testamento eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por
Jesucristo” (Heb. 13:20, 21). Hay innumerables textos de la Biblia, al
respecto. La razón por la que encontramos eso tan difícil de creer, es porque
no lo hemos comprendido. Cuando Pedro anduvo sobre las olas del mar, podría
haberse detenido a razonar: ‘nunca he visto que nadie haga tal cosa’, o bien
podía decidir creer, por más imposible que pareciera a la vista de su experiencia
pasada, que la palabra de Dios puede cumplir lo imposible, sosteniéndolo a
flote. Cuando dudó de la palabra de Dios, comenzó a hundirse. La última
generación creerá que él “es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros
delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría” (Judas 24). Lo que
obstaculiza el camino hacia esa última generación es que consideramos la
palabra de Dios, vemos lo que dice, y decidimos: ‘eso es imposible’. En
1 Juan 5:10 dice que “el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso”.
No que haga mentiroso a Dios, sino que da ocasión para que el mundo desprecie
su palabra. Nietzsche dijo: ‘Si queréis que crea en vuestro Redentor, tenéis
que parecer mucho más redimidos de lo que parecéis’. Dios nos dice: ‘Puedo
hacer eso. ¿Estás dispuesto a creerme?’ Y en Romanos 3 leemos que el hecho de
que Israel no creyera, no hizo vana la verdad de Dios, “sea Dios verdadero, mas
todo hombre mentiroso” (versículo 3), y en el versículo siguiente, vemos en qué
términos se vindica a sí mismo. Dice claramente que Dios se pone a prueba, y si
nuestra incredulidad lo deja como mentiroso, nuestra fe lo deja como justo. En
eso consiste el juicio.
Y el santuario será purificado (serie) 6
Reviewed by SAM
on
1/28/2017
Rating:
No hay comentarios:
Algo que aportar, alguna impresion te causo este tema, cuentanos.