EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL
Como cristianos tal vez alguna
vez nos hayamos preguntado: Si la muerte de Cristo resolvió el problema del
pecado, ¿por qué estamos todavía en este mundo de pecado? Si Cristo nuestro
Señor ascendió al cielo, ¿Qué está haciendo allá? ¿Por qué ha tardado tanto su
retorno y la erradicación del pecado en el universo? Para responder a estas
preguntas será necesario estudiar los ritos y fiestas del santuario terrenal,
porque en éstos está simbolizado el ministerio redentor de Cristo en favor de
la raza humana.
EL SANTUARIO
TERRENAL: FIGURA DEL CELESTIAL.
El santuario terrenal era el
centro de culto de la nación israelita, en él se manifestaba la presencia
divina. Su construcción fue ordenada divinamente, siguiendo el modelo del
santuario que estaba en el cielo (Exo 25:8‑9; Heb 8:5). Todos sus muebles,
sacrificios y fiestas eran una representación de verdades celestiales (Heb 8:5)
que simbolizaban todas las etapas del plan de la redención de Cristo.
En el santuario terrenal había
dos tipos de sacrificios: el diario y el anual. En el sacrificio
diario, los sacerdotes ofrecían sacrificios mañana y tarde, durante todo el
año, simbolizando con eso la consagración diaria de la nación y su continua
dependencia en la sangre expiatoria de Cristo (Heb 10:11). Este sacrificio
diario era una expiación provisional mientras que la persona podía venir hasta
el tabernáculo para ofrecer su sacrificio para expiar sus pecados,
reconciliándose de esta manera con Dios. El pecador penitente al confesar sus
pecados sobre la víctima a ser sacrificada transfería simbólicamente sus
pecados a la misma; la sangre del animal sacrificado era asperjada sobre el
altar o sobre el velo del templo. Con este acto el pecador quedaba perdonado, y
sus pecados quedaban registrados en el santuario (ver Lev caps. 4‑7). Con esto se indicaba que el problema del pecado,
aunque había sido remitido del pecador, tenía todavía otro aspecto que
necesitaba ser tratado. Esta era la causa por la cual se realizaba un sacrificio
anual. Este sacrificio se realizaba
en una fecha fijada en un determinado día del año. En éste y el siguiente
artículo veremos la relación de estos ritos con la obra redentora de Cristo.
MINISTERIO DE
CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL
Cristo, por su único y
suficiente sacrificio (Heb 7:27), puede salvar perpetuamente a los que por él
se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos (Heb 8:25). Al
ascender al cielo, inició como sumo sacerdote (Heb 7:26‑27; 8:1), su ministerio
como mediador de la raza humana (1 Tim 2:5).
Entró en el "verdadero santuario," del cual el terrenal era
figura, "para presentarse ahora por nosotros ante Dios" (Heb 8:1;
10:24).
La principal obra realizada
por nuestro Señor en el santuario celestial, es de reconciliar al hombre con
Dios (2 Cor 5:17‑19). Esta obra de
reconciliación tiene dos fases: una general y otra particular. La general
es la que se realizó en el calvario, en favor de toda la raza humana, aunque
este fue un acto trascendente en el proceso final de la solución del problema
del pecado, no fue definitivo, todavía queda la etapa final y la aplicación de
los beneficios de la cruz en forma individual en el creyente. La particular
es la aplicación que Cristo hace de su sacrificio en forma personal a cada
hombre que acepta la "palabra de la reconciliación" (2 Cor 5:19) y
recibe a Cristo como su salvador personal.
BENEFICIOS
DE LA OBRA MEDIADORA DE CRISTO
Su obra mediadora abarca
además otros aspectos generales: proteger a su pueblo de las tentaciones
y trampas del enemigo (Efe 6:10‑13), guiar a la iglesia en el avance de la
predicación del Evangelio (Mat 28:20), para el establecimiento final de su
reino en este mundo (Apoc 11:15) y la erradicación final del pecado en el
universo (2 Ped 3:10‑13).
También su mediación tiene
otros beneficios personales para los que hemos creído, nos proporciona
perfecta seguridad (Heb 10:19‑22) y perfecta pureza para nuestras vidas (Heb
10:10‑14). Cristo morando en nuestro ser, vivifica nuestras vidas por el
Espíritu Santo que mora en nosotros (Rom 8:11). Por eso es que, como una
respuesta de amor por su obra en nuestras vidas, debemos darle nuestra
obediencia a su voluntad y a su palabra (Juan 14:15).
DURACIÓN
DE LA OBRA MEDIADORA DE CRISTO
El sacrificio diario en el
santuario terrenal simbolizaba el ministerio intercesor que Cristo iba a
realizar en favor nuestro. Ubicándolo en el tiempo, éste se inició después de
su sacrificio en la cruz, y durará hasta el fin del tiempo de gracia dada al
hombre al final de la historia de este mundo. ¿Qué simboliza en el santuario
terrenal el sacrificio anual? A esto le daremos consideración en la siguiente
sección.
JUICIO EN EL PLAN DE LA
REDENCIÓN
EL
JUICIO EN LOS SÍMBOLOS DEL SANTUARIO
Como mencionamos
anteriormente, los pecados confesados de los creyentes Israelitas, eran
transferidos "simbólicamente" al santuario, donde quedaban
registrados (Lev 4‑6). Con esto se simbolizaba que aunque la sangre de Cristo
habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, el pecado
no quedaba anulado, sino que quedaba registrado, esto hacía que el santuario se
contaminara, haciendo necesaria una limpieza al final del año religioso en el
día de la expiación (Lev 16).
El día de la expiación era el
clímax de todo el sistema levítico, el ritual realizado en ese día era único
(Lev 16:29; 23:27‑32), y se centraba en la ceremonia de dos machos cabríos (Lev
16:7‑8), que ilustraban dos formas del trato divino con el pecado. La primera
forma era ilustrada en ese día, cuando el sumo sacerdote entraba al lugar
santísimo, en la misma presencia de Dios (Lev 16:12‑13), llevando la sangre del
sacrificio del primer macho cabrío (de parte de Dios), para hacer purificación
total de los pecados de los hijos de Israel y del santuario (Lev 16:15‑16;30‑34).
Con esto se simbolizaba la purificación de todos los pecados de los creyentes
que se habían arrepentido y confesado sus pecados. La segunda forma era
ilustrada por el segundo macho cabrío (que representaba a Satanás), este no era
sacrificado, sino que se confesaban todos los pecados del pueblo sobre él y era
llevado al desierto donde era abandonando para que muriese (Lev 16:21‑22). Con
esto se tipificaba el juicio o condenación para aquellos que no habían
confesado sus pecados y ofrecido un sacrificio para el perdón de sus
pecados. Con este macho cabrío se
simbolizaba que el pecado y su originador eran erradicados para siempre
del pueblo de Dios. Por esta razón este día era considerado como el día del
juicio. Veamos cómo estos tipos y figuras tienen su contraparte en el
ministerio de Cristo en el santuario celestial.
EL JUICIO EN EL
MINISTERIO DE CRISTO
Dios quiere que el pecador se
salve, como también, que triunfe la justicia y el mal sea aniquilado del
universo. El simbolismo del día de la expiación señala dos aspectos que Cristo
realiza en el santuario celestial: el de redención y de juicio (Juan
5:21‑22). El ministerio de redención
en favor de los creyentes, es simbolizado por el macho cabrío que era
sacrificado en el día de la expiación. Con este acto se aseguraba a los fieles
que todos sus pecados serían borrados definitivamente, dándoles el derecho a la
vida eterna (Heb 10:23‑28). Al mismo tiempo, el ministerio de juicio es
simbolizado con el macho cabrío que era desterrado en el desierto, este señala
la condenación y destrucción de los pecadores y de los poderes hostiles
dirigidos por Satanás (Apoc 20:1‑15).
¿Por qué Dios tiene que hacer
un juicio? ¿Cuál es el propósito de este juicio? El juicio obviamente no tiene
el propósito de informar a Dios de las acciones de los hombres, pues Dios sabe
todas las cosas (Heb 4:12‑13; Sal 139:1‑6) y conoce también a los que son suyos
(2 Tim 2:19; Juan 10:14). El propósito del juicio es vindicar a Dios y su
gobierno divino en la gran controversia con Satanás. Es necesario que el universo entero conozca a
fondo las intenciones y las acciones de todos los seres involucrados en el
problema del pecado y vindicar las decisiones divinas en su trato con la raza humana,
y con los seres celestiales.
Para ello, Dios tiene
registros donde todas las acciones humanas están registradas en los libros del
cielo: El libro de Memoria que registra las buenas acciones de los
creyentes (Mal 3:16‑17; Sal 56:8); el libro de los pecados, donde están
registradas todas las malas obras de los hombres (Ecl 12:14; Mat 12:36‑37; 1
Cor 4:5); la Biblia señala que seremos juzgados por las buenas o malas obras
que hayamos hecho "cuando estábamos en el cuerpo" (2 Cor 5:10).
El libro de la vida, que incluye a todos aquellos
que profesan el nombre de Cristo, (Fil 4:3; Apoc 3:5; 13:8; 20:15; 22:19; Rom
8:1), todos aquellos que obtengan la victoria sobre el pecado tendrán el
privilegio de que su nombre sea preservado para siempre (Apoc 3:5), pero
aquellos que no se mantengan fieles, sus nombres serán borrados de este libro
(Sal 69:26‑28).
El juicio es importante porque
es un llamado a una vida santa y a una preparación cabal para la segunda venida
de nuestro Señor Jesucristo (2 Ped 3:10‑14). Aunque cada caso será revisado
cuidadosamente, el juicio de Dios no tiene por qué preocupar a los que han
puesto en Dios su confianza, pues la sangre de Cristo ha limpiado todos los
pecados (1 Juan 1:9), y la justicia divina vindicará a sus hijos de todas los
abusos y padecimientos que hayan hecho los malvados con ellos (2 Tes 1:5, 10).
El juicio es para castigar a todos los falsos e hipócritas, a impíos y malvados
que no quisieron someter sus vidas a la gracia y misericordia divina (2 Tes 1:6‑9).
La obra de Satanás, el enemigo
de Dios y de su pueblo, es la de acusar a todos los pecadores arrepentidos y
reclamar que le pertenecen (Zac 3:1‑5; Judas 9; Apoc 12:10). Toda alma que
Cristo perdona es disputada por Satanás hasta el mismo fin. Sólo los que estén
cubiertos con la justicia de Cristo podrán ser defendidos por Cristo que ganó
el derecho de reclamarlos al pagar su redención en la cruz (1 Juan 2:1). El
juicio les dará a los santos el derecho definitivo de la vida eterna cuando el
universo vindique a Dios y su gobierno y sea demostrada la falsedad de las
acusaciones del diablo. Pero, ¿cuándo va a ser hecho este juicio?
EL JUICIO INVESTIGADOR
EL
PROCESO DEL JUICIO
En la sección anterior, se
preguntó: ¿cuándo va a ser hecho el juicio? Para contestar esta pregunta es
necesario que aclaremos que en la Biblia se habla del juicio como un proceso
realizado en tres diferentes períodos: el pre‑advenimiento o investigador,
el milenial o verificador y el final o consumativo,
cada uno de ellos tiene un propósito definido. Siendo que mencionamos que el juicio
es un proceso, ahora tenemos que responder a la pregunta: ¿Cuándo se inicia y
cuándo termina el proceso del juicio? En esta sección daremos
consideración al juicio pre‑advenimiento o investigador, los otros dos
serán tratados en la siguiente parte.
Las profecías de Daniel y
Apocalipsis nos ayudan a establecer la fecha de iniciación del juicio
investigador.
LA PROFECÍA DEL JUICIO
INVESTIGADOR
La visión de Daniel 7 que es
paralela a la de Daniel 2, descorre la historia del mundo desde el tiempo del
profeta hasta el establecimiento del reino eterno de Dios. En esta visión, a
través de los símbolos de cuatro bestias se representa a los imperios que se
sucederían el dominio de este mundo (Dan 7:17‑18). El León (Dan 7:4),
representa a Babilonia (605‑539 AC). El Oso (Dan 7:5), simboliza a Medo‑Persia
(539‑331 AC). El leopardo (Dan 7:6) describe a Grecia (331‑168 AC). La bestia
indescriptible (Dan 7:7‑8) ilustra a Roma (168 AC‑476 DC); los 10 cuernos (Dan
7:7, 20, 24), representan a los 10 reinos europeos que tomarían en control
después de la caída del imperio romano (476 DC). Después de estos cuernos,
aparece otro "cuerno pequeño" (un poder político‑religioso) que
arranca a tres cuernos y se establece como un poder perseguidor de los
"santos del Altísimo" (Dan 7:8; 21, 24‑25). Este poder perseguidor
dominará hasta el establecimiento del Reino de Cristo al final de la historia
de este mundo (Dan 7:21‑22; 26‑27). Lo importante de esta visión es que se
intercala una escena que describe la iniciación del juicio en el cielo (Dan 7:9‑10;
13‑14). Esta escena de juicio no es en la tierra, pues "el Hijo del
Hombre" (Cristo) viene hasta "el anciano de días" en el cielo
(Dan 7:13, 22). El reino de Cristo y sus santos se establece en la tierra (Dan
7:27), después que el juicio se dio "a favor de los santos" (Dan
7:22), y la bestia es destruida (Dan 7:26).
Siendo que la profecía lleva
una secuencia histórica, el tiempo de iniciación del juicio se puede determinar
por el tiempo en que se introduce la escena del juicio en la visión. La escena
del juicio aparece después que el "cuerno pequeño" entra en acción y
por "tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo" (1260 días o años
proféticos) persigue y ultraja a los hijos de Dios (Dan 7:25 cf Apoc 12:6, 14;
13:5‑8). El surgimiento del "cuerno pequeño" o sea un poder político‑religioso
se ubica en el 538 DC y su período de supremacía de 1260 años se extiende hasta
1798 de nuestra era. Por tanto, el juicio investigador o pre‑advenimiento
se inició después de 1798 y ha de concluir con la venida de Cristo, cuando se
pague a cada uno conforme fueren sus obras (Apoc 22:12)
LA FECHA DEL JUICIO
INVESTIGADOR
Para determinar la fecha más
exacta de la iniciación del juicio, será necesario hacer mención de las
profecías de Daniel 8 y 9 que tienen un extraordinario paralelo con las de
Daniel 7. Estas dan en forma más conclusiva y exacta la fecha de inicio del
juicio investigador. Daniel 8 habla del mismo "cuerno pequeño" (Dan
8:9) que se engrandece en forma extraordinaria, persigue a los santos, echa por
tierra la verdad, el santuario y quita el "continuo" (la mediación
sacerdotal de Cristo [Heb 7:25]) (Dan 8:9‑12), introduciendo además un sistema
falso de mediación (Dan 8:24‑25). Ante esta situación aberrante para los hijos
de Dios, un ser angelical pregunta: ¿Hasta cuándo durará? (Dan 8:13); la
respuesta fue: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado" (Dan 8:14). Esta purificación tiene relación
con el día de la expiación que se realiza en el santuario terrenal. En
Daniel 7 ya se señaló que este juicio se lleva a cabo en el santuario
celestial. Ahora en Daniel 8 se indica que el juicio se va a realizar al
final de 2300 días proféticos o años literales. El mismo ángel que explica la
profecía señala que este era un largo período que iba hasta el tiempo del fin
(Dan 8:17, 19; 26). Aunque el capítulo dice hasta cuándo se va a realizar el
juicio, no se dice cuando empieza a contar el tiempo de la profecía. La
respuesta se encuentra en Daniel 9, cuando el ángel le explica al profeta que
el tiempo empezaba a contar: "desde la salida de la orden para restaurar Jerusalén.."
(Otoño de 457 AC) (Dan 9:25;
Cf Esd 6:14). Las setenta
semanas de oportunidad dadas al pueblo Judío de Dan 9, y la profecía de los
2300 días de Dan 8 están íntimamente ligadas, y ambas empiezan en la misma
fecha. La profecía de los 2300 días termina en el otoño de 1844, en esta fecha,
se inicia "la purificación del santuario" (Dan 8:14) o el Juicio en
el cielo que habla el profeta en Dan 7.
LA RAZÓN DEL JUICIO
INVESTIGADOR
La pregunta es ¿por qué es tan
importante para Dios este juicio investigador antes de su segunda
venida? Una respuesta puede ser que siempre los hijos de Dios en este mundo han
padecido persecución (2 Tim 3:12). En todos las épocas y en especial durante
este período de tiempo (1260 años), los verdaderos hijos de Dios, han sufrido
las persecuciones más cruentas y despiadadas, (Heb 11:36‑39); han sido
considerados como la escoria del mundo y el desecho de todos" (1 Cor 4:13).
Muchas veces los fieles han sido juzgados injustamente como "herejes"
ya sea por una "la santa inquisición" u otro poder perseguidor. Otros
han vivido una vida de hipocresía y engaño teniendo la apariencia de piedad,
pero negando la efectividad de ella" (2 Tim 3:5). Es por eso que Dios
necesita abrir un juicio ante el universo, donde sean analizados cuidadosamente
todos los casos, primero de los presuntos seguidores de Cristo (1 Ped 4:17), y
después todos los impíos, sean juzgados justamente y sean vindicados unos y
condenados otros.
Otro aspecto a considerar es
que el carácter y la justicia divina han sido puestas en entredicho ante el
universo al haber permitido que por tan largo tiempo, las fuerzas del mal
prevaleciesen y pisoteasen a los hijos de Dios. Es por esta razón es que al
final del tiempo, antes de su segunda venida, Dios se ha de levantar para
vindicar a sus hijos y su propio carácter ante el universo, y juzgar a los
impíos y a este poder político‑religioso, para revertir la condena con la que
fueron ultrajados todos sus hijos (Dan 7:22, 26), al juzgar y destruir a todos
los poderes perseguidores de su pueblo (2 Tes 1:4‑10; 2:8).
Por lo tanto, el juicio pre‑advenimiento
o investigador se realiza en el cielo desde 1844 hasta la manifestación (segunda
venida) de Cristo (1 Tim 4:1), y tiene como propósito determinar los que serán
dignos de recibir la vida eterna (Apoc 22:12; 2 Cor 5:10).
Por esta razón, antes de su
segunda venida, se exhorta a que se "tema a Dios y se le dé honra"
porque la "hora de su juicio ha llegado" (Apoc 14:6‑7), a la
vez se anuncia la caída de la Babilonia espiritual o de la bestia que es el
mismo "cuerno pequeño" de Daniel (Apoc 14:8). También se advierte a
que no se adore a la Bestia o a su imagen para que no se participe del juicio y
de la ira divina (Apoc 14:9‑13). En medio de la apostasía reinante se distingue
a los hijos de Dios que "guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe
de Jesús" (Apoc 13:12). Es en medio de una crisis final (Apoc 13:16‑17),
que el pueblo de Dios será liberado (Apoc 19:11‑21). ¿Cómo va a ser esta
liberación? ¿Qué consecuencias tendrá? Este aspecto lo trataremos en la
siguiente sección.
LA CONSUMACIÓN DE LA
REDENCION:
EL FIN DEL PECADO
En la sección anterior
mencionamos que el proceso del juicio se inició en 1844 y esta etapa va a
concluir con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Ahora veremos lo
que sucederá durante y después de la segunda venida de Cristo, y las dos etapas
finales del proceso del juicio: el milenial y el consumativo, con las
cuales se termina la gran controversia, y se consuma el plan de la redención.
LA
SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Por cerca de seis mil años, el
pueblo de Dios ha vivido en este mundo, víctima de las consecuencias de pecado.
Con vivo anhelo, los hijos de Dios han esperado con ansia "la
bienaventurada esperanza" del
segundo retorno de Cristo (Tito 2:13).
La segunda venida de Cristo es
la intervención directa de Dios en los asuntos de este mundo, cuando todo
negocio, obra y placer serán paralizados para realizar la última etapa del
drama del pecado, y Dios rescatará a sus hijos de la persecuciones provocadas
por el Diablo y los enemigos de Dios (2 Tes 2:6‑10).
La segunda venida de Cristo
será un evento catastrófico, como la destrucción del diluvio y sorpresivo como
el aniquilamiento de Sodoma y Gomorra (Luc 17:26‑30). La segunda venida será
personal (Hech 1:11; 1 Juan 3:2; 1 Ped 1:13); será visible, no secreta (2 Tes
1:8; Mat 24‑27, 30); "todo ojo le verá" (Apoc 1:7); estará acompañada
con manifestaciones audibles (1 Tes 4:16; 1 Cor 15:51‑52). Los cielos pasarán
con grande estruendo y la tierra y todos los elementos ardiendo serán deshechos
(2 Ped 3:10, 12). Cristo en medio de una radiante gloria, viene acompañado con
millares de ángeles (Mat 35:31; Apoc 19:11‑14); los impíos aterrorizados por
tan portentosa escena huirán despavoridos deseando la muerte (Apoc 6:14‑17);
finalmente serán quemados y destruidos (Apoc 19:20‑21).
Al mismo tiempo que lo
anterior sucede, los justos vivos serán transformados en inmortales en "un
abrir y cerrar de ojos" (1 Cor 15:51‑54); los justos muertos serán
resucitados incorruptibles (1 Tes 4:16; 1 Cor 15:52; Juan 5:25‑29), y ambos son
arrebatados por el Señor para irlo a recibir en el aire (1 Tes 4:14‑17). Con
todos estos eventos, se concluye con una etapa en la historia de este mundo y
se da inicio a otra: el milenio el cual analizaremos a continuación.
EL JUICIO MILENIAL
La segunda venida de Cristo,
pone un alto a la obra de Satanás, sin embargo, el problema del pecado no ha
sido resuelto completamente ni erradicado totalmente del universo, todavía
quedan algunos aspectos que necesitan ser aclarados, y para eso Dios da un
período de mil años para su análisis. Durante ese tiempo los impíos han quedado
totalmente destruidos "para ser castigados después de muchos días (1000
años)" (Isa 24:21‑22; Apoc 20:5; 11‑15). Satanás y sus ángeles quedan
solos, atados por las circunstancias, en un planeta desolado (Apoc 20:1‑2; Jer
4:23‑27; Isa 24:19‑20).
Durante este tiempo, lo santos
son llevados al cielo a vivir en las moradas preparadas por Jesús,
"vivieron y reinaron con Cristo mil años" (Juan 14:1‑3; Apoc
20:4). Los justos son los que participan de la primera resurrección,
"la resurrección de vida" (Apoc 20:6; Juan 5:29). Durante los mil
años se concede a los santos verificar las decisiones divinas tomadas en
el juicio investigador, a esto se refiere el profeta cuando dice que los
santos recibieron "facultad de juzgar" (Apoc 20:4). Durante estos mil
años los justos "juzgarán al mundo.... y a los ángeles (malos)" (1
Cor 6:2‑3; Judas 6), es aquí cuando los papeles se cambian, aquellos que fueron
juzgados por tribunales injustos, ahora serán los que darán su fallo en contra
de los pecadores por los actos cometidos mientras estaban en el cuerpo (2 Cor
5:10). Al final de los mil años, el juicio verificador termina y da
comienzo etapa final del drama de la redención y del juicio.
EL JUICIO FINAL: LA
ERRADICACIÓN DEL PECADO
Al fin de los mil años, Cristo
regresa a la tierra. Le acompaña la hueste de redimidos y de ángeles. En su
descenso manda que los impíos sean resucitados, esta es la segunda
resurrección, "la resurrección de condenación" (Apoc 20:5; Juan
5:29). A este período el profeta Isaías se refiere así de los impíos:
"Serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en
prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días"
(Isa 24:22). Esta resurrección no los transforma en inmortales, sino que
resucitan en la misma condición humana, con las huellas de la enfermedad y de
la muerte. Con la resurrección de los impíos, el Diablo es suelto de la cadena
de circunstancias que lo ataban, ahora tiene material para trabajar "un
poco de tiempo" (Apoc 20:3), saliendo "para engañar a las
naciones.... a fin de
reunirlos para la batalla" (Apoc 20:8).
Fiel a su antigua astucia, no
se da por Satanás, pretende ser el príncipe que tiene derecho a la posesión de
la tierra y de la ciudad santa. Les asegura que su poder les ha sacado de las
tumbas y que está a punto de liberarlos de la más cruel tiranía. Fortalece a
los débiles y sana a los enfermos infundiéndoles poder y energía. Les propone
tomar la ciudad santa (Apoc 21:9‑27) y conquistar su trono y su reino.
En esa inmensa muchedumbre
donde se reúnen todos los impíos de todas las edades, se encuentran genios,
inventores, científicos, generales, líderes, todos ellos con mentes brillantes
y talentos asombrosos, pero que los consagraron para el mal. Con estas personas
y con sus ángeles, Satanás prepara las armas, organiza a sus ejércitos y el
plan de ataque. Subieron "sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada" y se preparan para el asalto
(Apoc 20:9).
Este es el único momento en la
historia de la humanidad, cuando Jesús
se sentará en un "trono blanco" (Apoc 20:11), y "serán
reunidas delante de él todas las naciones" (Mat 25:32), unos fuera de la
ciudad, otros dentro de la misma, entonces la etapa final del juicio se llevará
a cabo: el juicio final o consumativo.
Se abren los registros de los
libros del cielo y cada uno de los impíos se vuelven conscientes de los pecados
que cometieron, de todas las oportunidades rechazadas y del grande amor y
paciencia del Salvador (Apoc 20:11‑15). Todos en un acto de arrobamiento
exclaman "justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los
santos" (Apoc 15:3). Todos los
impíos están de pié ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra
el gobierno del cielo, sin tener excusa, escuchan la sentencia: "Apartaos
de mí malditos al fuego eterno" (Mat 25:41).
Un acto importante se celebra
ante los ojos de todos los seres vivientes: la coronación de Cristo como el Rey
de Reyes (Apoc 19:16), para que se cumpla "que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de
la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de
Dios el Padre" (Fil 2:10‑11).
A pesar de que Satanás se ha
visto obligado a reconocer la justicia de Dios y a inclinarse ante la supremacía
de Cristo, Satanás no cambia su carácter, sino que arenga a sus huestes y se
lanza contra la ciudad santa para tomarla por la fuerza, pero "de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió" (Apoc 20:9‑10). Con este acto
culmina la última obra divina: el pecado y los pecadores son aniquilados. El
fuego que consume a los impíos purifica la tierra.
El gran conflicto ha terminado, ya no hay
pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. En toda la creación
reina la armonía, la paz, y el contentamiento. Los redimidos libres de las
cadenas de la mortalidad, se lanzan a realizar las empresas más anheladas y los
mundos no caídos comparten con ellos las magnificencias del conocimiento de
Dios. Desde el más minúsculo átomo hasta la galaxia más extensa, declaran la
justicia divina y cantan en júbilo perfecto que "Dios es amor" (1 Juan
4:8).
FASES DEL JUICIO DIVINO
|
||
FASE INVESTIGADORA
|
FASE VERIFICADORA
|
FASE CONSUMADORA
|
CUANDO DE REALIZA:
Antes de la segunda venida
Dan. 7:9-14; Dan 8:13, 14
|
CUANDO DE REALIZA:
Durante el milenio
Apoc. 20:4-6
|
CUANDO DE REALIZA:
Al final del milenio
Apoc. 20:11-15
|
BENEFICIO:
Para vindicar a Dios y a su pueblo ante el
universo leal
|
BENEFICIO:
Para vindicar el juicio divino ante los redimidos
|
BENEFICIO:
Para vindicar el juicio divino ante los
impíos
|
REGISTROS:
Libro de la vida y el libro de memoria
Daniel
7:8, 12
|
REGISTROS:
Libros de pecados
Apoc. 20:4; 1 Cor 6:1-3
|
REGISTROS:
Libros de pecados
Mat. 25:46; Apoc. 20:11-15
|
SIMPOLIZADO POR:
La remoción del pecado del santuario
|
SIMBOLIZADO POR:
El macho cabrío enviado al desierto
|
SIMBOLIZADO POR:
El campamento limpio
|
DURACIÓN:
Desde 1844 hasta el fin del tiempo de gracia
Dan. 7:9-14; Dan 8:13, 14
|
DURACIÓN:
Durante los 1000 años en el cielo
Apoc. 20
1 Cor 6:2, 3
|
DURACIÓN:
Un poco de tiempo después del milenio
Apoc. 20:3, 7-15
|
EVENTO QUE SUCEDE:
Primera resurrección, los redimidos son
resucitados o transformados
1 Cor. 15:51-55; 1 Tes. 4:13-17
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EVENTO QUE SUCEDE:
Los impíos son destruidos; la tierra es
desolada; los santos son llevados al cielo
Apoc 19:20, 21; 20:4, 5
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EVENTO QUE SUCEDE:
La segunda resurrección, los impíos son
aniquilados, el pecado erradicado, la tierra renovada
Apoc 20:10, 14, 15
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LUGAR DONDE SE REALIZA:
En el lugar santísimo en el cielo
Dan. 7:9, 10, 13, 14
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LUGAR DONDE SE REALIZA:
En el cielo
Apoc. 20:4, 6
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LUGAR DONDE SE REALIZA:
En la tierra
Apoc. 20:11-13
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EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL
Reviewed by SAM
on
11/17/2016
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