El Plan de la Salvación
Apreciado amigo:
Si tú quisieras hallar la respuesta más acabada de
cuanto se puede inquirir con respecto a tus problemas, la síntesis perfecta del
método para resolver todas tus crisis, el camino único para liberarte del
temor, la zozobra, para allanar las dificultades de tu vida y lograr la
preparación para el más allá feliz, la hallarás en un solo libro porque te
satisface plenamente, insondable por su contenido infinito, extraordinaria por
sus transcendentes consecuencias; una respuesta soberana: "... Cree en el
Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa" (Hechos 16:31), dice la
Biblia.
Es la fórmula magistral prescrita por la Biblia
para curar completamente tus males y para proporcionarte la felicidad presente
y eterna. Cristo, uno con Dios, que
junto con el Padre es el Creador de todo cuanto existe, es a la vez quien
dirige de manera soberana la marcha de la historia entre conflictos y
tormentas, y que arribará dentro de poco, con todos los fieles, al puerto de
eterna seguridad.
Cristo, el Hijo de Dios, quien te ama
entrañablemente, ha formulado un plan abarcante y maravilloso para salvarte de
la eterna destrucción, para rescatarte de las garras del temor, del pecado y la
angustia.
Este plan costó nada menos que su propia
vida. Siendo Dios se hizo hombre
(Filipenses 2:7-8). Habitando en la
gloria inaccesible, descendió a este mundo entenebrecido. Vivió, sufrió como tú. Tuvo sed (Juan 19:28). Tuvo hambre (Mateo 21:1-8). Tuvo tristeza (Mateo 26:38). Fue tentado en todo según nuestra semejanza
pero sin pecado (Hebreos 4:15). Soportó
el dolor de la incomprensión, de la ingratitud, del odio.
Y con una paz y una paciencia imperturbables
aguantó las bofetadas, los azotes, los esputos de hombres viles. Por último fue a la cruz para ocupar tu lugar
a fin de que tú, por la fe en él, aceptándolo como Salvador personal,
obtuvieras la vida eterna. "Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
El pecado, la causa esencial de todos tus
problemas, puedes eliminarlo por completo mediante la confesión directa con
corazón arrepentido, acude a él para pedirle perdón : "Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado" (1 Juan 1:9).
Así a los pies del Salvador, oprimido como te
encuentras, entrégale la carga más terrible de tu vida, la que agota tus
energías, te roba la paz y te priva de bienestar y hallarás descanso para tu
alma: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré
descansar" (Mateo 11:28).
Si tú vienes a Jesús, así como estás por el peso
del pecado, el sufrimiento y el dolor, él te levanta para que te sientas
liviano y emprendas la senda admirable de gratas conquistas y de santas
emociones. Tu encuentro con Jesús
transformará totalmente tu vida; te marca nuevos rumbos, te da nuevos ideales,
nuevas aspiraciones, nuevos gustos, nuevas inquietudes. Limpiará tu corazón de resentimientos, de
odios, envidias y amarguras, y lo llenará de gozo, de paz y amor. Vivirás en paz con Dios y con tus semejantes.
Tus problemas de orden material, las
responsabilidades familiares, las encaras con serenidad, con confianza en Dios,
sin congojas.
Los contratiempos los afrontas con valor y fe
sabiendo que a tu lado está presente en todo momento Uno que fue hombre, que
conoce tus penas por experiencia (Hebreos 2:14), y que ha prometido no
abandonarte: ... "Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo, Amén". Sentirás a
cada paso la compañía maravillosa de Jesús, el hermano mayor (Hebreos 2:11), el
amigo incomparable (Juan 15:13-15).
Conversa con Jesús de continuo por medio de la
oración. Temprano por la mañana, antes
de hacerte cargo de tus deberes del día, con actitud reverente, entra en la
cámara de audiencia con Dios y allí abre tu corazón y comulga con tu amado
Maestro. Sales de esos momentos de
oración con una reserva de poder divino que te capacita para afrontar con éxito
los deberes del día. A lo largo de todas
tus horas, sin embargo, sigue hablando mentalmente con Dios y con Cristo, cuyas
promesas recuerdas y cuyas bendiciones agradeces. Solicita el poder y la ayuda divinos para no
caer víctima del pecado. Cierra también
el día acudiendo a Dios en la cámara secreta de la oración. Cultiva la amistad con quien ha llegado a ser
el centro de tu vida. Di con San Pablo: "Para mí el vivir es Cristo"
(Filipenses 1:21).
Sabiendo que "a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien" (Romanos 8:28), y que todo cuanto te ocurra
habiendo aceptado los caminos de Dios te ocurrirá con el permiso divino,
estarás exento de temores, gozarás.
Ninguna situación por inexplicable y terrible que parezca, te
desesperará, pues tienes tu confianza puesta en Dios, y en Jesús, quien vela
con tierno amor por ti.
Por el estudio y la meditación en la Palabra de
Dios, Cristo se hace una realidad cada vez más tangible en tu vida. Al estudiar las profecías, conoces el
desarrollo de los planes de Dios para este mundo, y comprendes el significado
de los sucesos históricos. Tienes la
convicción alentadora de que pronto Jesús volverá a esta tierra con tremenda
majestad y gloria, acompañado por las innumerables huestes de ángeles, para
terminar con la historia del pecado y llevarte al hogar eterno de los
redimidos.
Vuélvete a hacer la pregunta suprema de tu vida:
"¿Qué debo hacer para ser salvo?" (Hechos 16:31).
La respuesta de la Biblia contiene de nuevo la
formula magistral para tu salvación: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo tu y tu casa" (Hechos 16:31).
La solución a tu problema básico —la salvación— y
de hecho, la salvación de todos tus problemas, radica en Cristo. "Cree en el Señor Jesucristo". En efecto, si tú crees en Cristo es decir, si
lo aceptas por fe como tu salvador personal, le pides un nuevo corazón y le entregas
tu vida para andar en sus pisadas y cumplir sus mandamientos, pues todo esto
abarca creer, se te promete la salvación.
Esta implica la paz y el gozo en este mundo, y la vida eterna en el más
allá.
Después de haber leído este mensaje, Jesús te
invita a que hagas la decisión más importante de tu vida: Que le aceptes como
tu Señor y Maestro, que le entregues tu corazón y resuelvas andar en sus
pisadas y cumplir sus preceptos. Si
tienes conflictos, pecados, tristezas, temores, problemas, acepta su invitación
maravillosa: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo
os haré descansar" (Mateo 11:28).
ve a él. Recíbelo en tu
corazón. Te hará verdaderamente
libre. El lo ha prometido: "Si el
Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36).
El es el único auténtico libertador. Él es la fórmula magistral de la
felicidad. Miles y miles de personas han
comprobado la realidad de esta admirable promesa. Disfruta tú también de esta gran liberación y
salvación.
El Plan de la Salvación
Reviewed by SAM
on
1/05/2017
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