La ley de Dios es universal y eterna
Por lo general las leyes de redacción humana, son
emitidas por un determinado país o estado, y requieren de tanto en tanto una
revisión, que implica en algunas ocasiones una reforma, y en otras un cambio
total. A diferencia de esto, la gran ley
de Dios es universal, es decir que ha sido dada para toda la humanidad. Además es eterna, o sea que no necesita ser
revisada ni reformada.
Cuando el sabio Salomón escribió por inspiración
divina: "Esto es el todo del hombre" (Eclesiastés 12:13) refiriéndose
a la obediencia de los Diez Mandamientos, quiso decir que la ley era
genéricamente para la especie humana, y no para determinada nación. Sin tener en cuenta la raza, la nacionalidad,
la condición social o económica, el nivel cultural o el sexo, la ley divina
tiene vigencia para toda la humanidad, si bien es cierto que Dios exigirá más
estricta cuenta de parte de quienes hayan tenido mejores oportunidades, mayores
privilegios y mayor conocimiento.
La ley de Dios es eterna. No puede ser cambiada. De hecho, es tan eterna como Dios mismo
porque es un trasunto de carácter y de su perfección. Dice la Biblia que en Dios "No hay
mudanza ni sombra de variación" (Santiago 1:17). Y la misma característica distingue también
su ley.
Esto fue lo que quiso decir Jesús cuando ante un
grupo de personas que lo acusaban de ser innovador: "No penséis” —les dijo—, “que he venido
para abrogar la ley o los profetas, no he venido para abrogar, sino para
cumplir. Porque de cierto os digo que
hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasarán de la
ley" (Mateo 5:17-19). La ley de
Dios es, en virtud de esta declaración, más permanente que el cielo y la
tierra, porque participa de la misma naturaleza de su divino autor, que es
eterno.
La demostración suprema de la eternidad e
inmutabilidad de la ley de Dios es la muerte de Cristo en favor del
pecador. "La paga del pecado”
—enseña la Biblia—, “es muerte, más la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23).
Siendo el pecado violación de la ley (1 Juan 3:4),
y habiendo violado esa ley todos los hombres (Romanos 3:23), todos estaban
sujetos a la pena de muerte eterna. Pero
Dios anhelaba salvar al hombre de ese triste destino. Y lo hizo de la única manera como podía ser
hecho: enviando a su Hijo Jesucristo, para morir en el Calvario y satisfacer
así con su muerte vicaria, la pena que correspondía al hombre, a fin de que
éste pudiera salvarse por la fe en él.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna"
(Juan 3:16).
Ahora bien, si hubiera sido posible cambiar la ley
para salvar al pecador, Dios lo hubiera realizado, y habría ahorrado el
sacrificio de la vida de su Hijo para ofrecer al hombre su salvación ;
ello es una demostración incontrovertible de que ley, perfecta y eterna como
Dios mismo, no pedía ser cambiada.
Esa ley es la esencia del orden en el universo, es
la base de la armonía, es la condición de la felicidad.
La ley de Dios es universal y eterna
Reviewed by SAM
on
1/06/2017
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