¿Nacidos para perder?


¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? Romanos 7:24

¿Sientes a veces que no tienes remedio por que no puedes dejar de pecar? Ya sé, no pecados “mortales”, de los que son causa de escándalo y disciplina de la iglesia. Son más peligrosos y terribles porque están en el alma, en la mente, en algún lugar de nuestro ser que no podemos alcanzar. Los demás me consideran “bueno”, pero yo sé que “soy un pobre miserable”.  Y me consuela saber que al apóstol pablo le ocurrió lo mismo, cuando ya era santo.

El pastor Carlyle B. Haynes fue gran predicador. Un baluarte para el pueblo de Dios. Su mismo nombre inspiraba confianza en la posibilidad de la victoria para el cristiano. Predicador, escritor, consejero, inspiración para todos.  Sin embargo, los primeros 15 años como predicador sentía que no tenia poder sobre el pecado en su vida. Aquello comenzó a inquietarlo, e intento encontrar un remedio para vivir una vida más correcta y escrupulosa.

Predicó con mayor energía. Se sumergió en todas las actividades del ministerio. Pero no había paz. De hecho, mientras más trabajaba más profunda se sentía su impotencia. No tenía poder contra la tentación y una y otra vez cedía, sufriendo derrotas espirituales.

Comenzó a preguntarse si, después de todo, había poder en el evangelio para ayudarle a vivir una vida victoriosa. Finalmente llego a una tremenda crisis personal. Le asalto el desesperante pensamiento de que durante 15 años había predicado en vano y que estaba perdido, completamente perdido. No estaba haciendo nada conscientemente mal, y sin embargo, sentía que era un hombre perdido a la vista de Dios.

Gracias a Dios el señor obro en el poderosamente a través de su ministerio. Lo que debes comprender es lo que significa venir a Dios. ¿Cómo se convierte un hombre en un ser justo delante de Dios? ¿portándose bien y viviendo una vida recta? Por supuesto que no.  No depende de lo que hagamos y no hagamos. Depende de que experimentemos una entrega completa de nuestra vida a Dios.

No creas que ya lo hiciste el día que te bautizaste. Es algo que uno aprende hacer en cada momento de la vida. Cuando sientes que has pecado, de rodillas y con lágrimas en los ojos dile a Dios que quieres ser su siervo. Cuando sientes que estas bien, con alabanza y adoración. Entregarte a Cristo siempre, no por que sientes necesidad de vencer un pecado en particular, o porque te sientas perdido; si no porque ya aprendiste que “separados” de Dios no se puede vivir.

Entrega tu vida en este momento a Cristo. Dile que deseas que viva en ti. 
¿Nacidos para perder? ¿Nacidos para perder? Reviewed by SAM on 11/15/2016 Rating: 5

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